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Para comprender EL LIBRO DEL GÉNESIS - 10

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19 Lía concibió otra vez y dio el sexto hijo a Jacob. 20 Y dijo Lía: «Me ka hecho<br />

Dios un buen regalo. Añora sí que se apegará a mí mi marido, pues le he dado seis<br />

hijos». Y lo llamó Zahulón.<br />

Después dio a luz una hija, y la llamó Dina.<br />

22 Y se acordó Dios de Raquel. La escuchó Dios y abrió su seno, y ella concibió<br />

y dio a luz un hijo. Y dijo: «Ha quitado Dios mi arrenta». 4 Y lo llamó José, diciendo:<br />

«Que me añada Yahvé otro hijo».<br />

Todo lo del nacimiento de los hijos de Jacob se suele<br />

considerar como el resultado de una compilación de J y E,<br />

cuyos rastros han quedado en los dobles juegos de palabras<br />

sobre los nombres de los hijos:<br />

- Rubén, «Yahvé ha visto mi desgracia», y «ahora me<br />

honrará mi marido» (29,32).<br />

- Aser, «feliz yo» y «las mujeres me llamarán feliz»<br />

(30,13).<br />

- Zabulón: «Dios me ha dado una buena dote» y «me<br />

honrará o habitará conmigo mi marido» (30,20).<br />

- José: «Ha quitado Dios mi afrenta», y «que me añada<br />

Yahvé otro hijo».<br />

También se da una doble explicación del nacimiento<br />

de Isacar: en los w. 17-18 se explica porque «Dios oyó a<br />

Lía», y ella explica el nombre de su hijo porque «Dios me<br />

ha dado mi paga». En cambio, en los w. 14-16 la fecundidad<br />

de Lía se explica por la venta de las mandragoras, con<br />

las que consiguió que su marido se acostara con ella.<br />

Otros prefieren explicarlo todo como procedente de<br />

una única narración primitiva J, en la que ha metido<br />

mucha mano un completador o reelaborador. Pero algunas<br />

fricciones dentro del texto no se pueden explicar como<br />

complementos, sino como producto de fusión de dos<br />

recensiones de un mismo relato. Es normal atribuirlas a J<br />

y E; pero es difícil deslindarlas en detalle.<br />

Se suele creer que los nombres de los hijos de<br />

Jacob provienen de los nombres de las doce tribus de<br />

Israel, y no viceversa. Sea o no así, la narración que<br />

ahora nos ocupa no es simple producto de una proyección<br />

de la situación tribal posterior sobre unos<br />

presuntos abuelos de las tribus. No se habla de tribus<br />

personificadas, sino de personas: de mujeres que<br />

luchan por tener un marido y unos hijos. La descripción<br />

que se hace de cada hijo no permite una lectura<br />

en profundidad en la que se vislumbre el perfil<br />

histórico de la tribu correspondiente. Sólo se puede<br />

conjeturar que a las tribus más afines se les asigna<br />

una madre común, y a las que obtuvieron cierta<br />

preponderancia se las hace descender de las esposas,<br />

mientras que las menos importantes son hijas de las<br />

concubinas.<br />

El autor disponía de una genealogía con los<br />

nombres de los hijos de Jacob, que correspondían a<br />

los de las tribus, los cuales hijos se ordenan cronológicamente<br />

y se reparten, no sabemos por qué razones,<br />

entre las diversas esposas de Jacob. Pero todo,<br />

el orden de los nacimientos, el nombre impuesto a<br />

los niños por la madre y la interpretación de los<br />

nombres, está al servicio del motivo narrativo de la<br />

rivalidad entre las dos mujeres de Jacob. Yahvé, que<br />

tiene piedad de los pobres, se apiada de Lía, que es<br />

la despreciada, y la hace fecunda, por lo que se puede<br />

sentir superior a su hermana y rival Raquel (como<br />

Agar frente a Sara: 16,4). En poco tiempo Lía da<br />

nada menos que cuatro hijos a Jacob.<br />

Entonces es Raquel la que se siente desgraciada,<br />

y tiene un diálogo con su marido. Raquel recurre al<br />

mismo procedimiento que Sara (Gn 16,2) y tiene dos<br />

hijos de su esclava, a los que pone nombre como si<br />

fueran suyos. Otro tanto hace Lía, que ha dejado de<br />

concebir. Las mandragoras de Rubén dan ocasión al<br />

nacimiento de los otros dos hijos de Lía. La genealogía<br />

no ha suministrado más que los nombres de los<br />

hijos.<br />

Los nombres son siempre explicados como nombres<br />

de personas, sin rastro de alusión a las tribus<br />

correspondientes. Siendo los mismos nombres que<br />

los de Gn 49, allí se relacionan con las características<br />

de las tribus, aquí no.<br />

PARA COMPRENDER <strong>EL</strong> <strong>LIBRO</strong> D<strong>EL</strong> GÉNESÍS 185

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