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Para comprender EL LIBRO DEL GÉNESIS - 10

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jo de una mata, para guarecerlo en lo posible de los<br />

ardores del sol. <strong>Para</strong> no ver morir a su hijo, se distancia.<br />

Allí Agar «alzó su voz y lloró». En la traducción<br />

griega se lee que fue el niño el que alzó la voz y<br />

lloró; es probable que esa sea la lectura buena, pues<br />

luego dice el texto que «Oyó Dios la voz del niño». El<br />

narrador consigue que el oyente o lector viva la<br />

angustia del niño y de la madre «como si presente se<br />

hallase».<br />

17-19. La construcción es un poco compleja,<br />

porque: 1) Comienza hablando «Dios», sigue «el<br />

Ángel de Dios» hablando de Dios en tercera persona,<br />

y termina actuando «Dios». 2) Comienza el Ángel de<br />

Dios con una pregunta a Agar, la cual no le responde.<br />

Es el mismo Ángel de Dios el que prosigue, sin<br />

esperar respuesta.<br />

«Oyó Dios la voz del niño». Dios oye siempre los<br />

sollozos del pobre; como dice Sal 6,9: «Yahvé ha oído<br />

la voz de mis sollozos».<br />

«Yllamó el Ángel de Dios a Agar desde los cielos».<br />

La trascendencia de Dios queda protegida de dos<br />

maneras: primera, porque es «el Ángel de Dios» el<br />

que actúa, no el mismo «Dios»; segunda, porque no<br />

baja a encontrarse con la madre y el hijo, como<br />

habría contado J. Pero el encumbramiento de Dios<br />

no le impide ni escuchar el clamor de los pobres y<br />

desvalidos ni hacerse oír de ellos. Mas es difícil dialogar<br />

con un Dios a quien no se tiene delante. Por<br />

eso Él lo dice todo. Él sabe la respuesta a sus propias<br />

preguntas. «¿Qué te pasa, Agar?» es una pregunta<br />

retórica.<br />

«Dios ha oído la voz del niño»: otra vez tenemos<br />

el juego de palabras con la etimología de «Yisma'el»<br />

(el verbo shame"', «oír, escuchar» + 'El, Dios). «Lo he<br />

de convertir en una gran nación» es la repetición de<br />

la promesa hecha en el v. 13. «Ahí donde está» pega<br />

mal aquí; cuadraría mejor después de «Toma al<br />

niño» (v. 18).<br />

Algunos piensan que las palabras del Ángel de<br />

Dios a Agar son innecesarias después de las palabras<br />

de Dios a Abraham en w. 12-13. Pero Agar no las<br />

había escuchado y era la que más las necesitaba. Sin<br />

el aliento de la seguridad de la promesa de Dios, no<br />

le habría bastado con el agua del pozo.<br />

«Abrió Dios los ojos de ella, y vio un pozo de<br />

agua». Dios le concedió ver algo que antes ni veía ni<br />

podía ver. Como en 22,13, donde Abraham verá un<br />

carnero que antes no había podido ver; pero él era<br />

profeta, y el padre de las promesas. Aquí se le concede<br />

una visión sobrenatural a una pobre mujer,<br />

esclava, que no figura entre los antepasados de<br />

Israel. Un pozo que no tiene nombre: no era un pozo<br />

conocido en el desierto. Sólo fue visto y utilizado<br />

aquella vez.<br />

«Llenó el odre de agua y le dio de beber al niño».<br />

Y ya en adelante «Dios estuvo con el niño», lo mismo<br />

que con Samuel (1 Sm 3,19), hasta que se hizo<br />

mayor. El Dios de Abraham sigue estando también<br />

con este Ismael rechazado por su familia. Con la<br />

bendición de Dios, «se hizo mayor y vivía en el desierto»,<br />

que no fue ya para él el lugar de su condena a<br />

muerte sino donde halló su sustento, gracias a que<br />

«llegó a ser arquero». Con estas últimas palabras se<br />

describe la vida de los ismaelitas: hombres del desierto,<br />

buenos cazadores y guerreros. Coincide<br />

aproximadamente con el tipo de vida que le asigna<br />

Gn 16 J.<br />

21. Un final erudito, sin relación con la narración,<br />

dice que «vivió en el desierto de <strong>Para</strong>n» (el v. 14<br />

hablaba del desierto de Berseba). Ese <strong>Para</strong>n lo sitúan<br />

unos al sur del Mar Muerto y otros lindando con<br />

Egipto. «Su madre tomó para él una mujer del país de<br />

Egipto»: se quiere subrayar que los ismaelitas, aunque<br />

descendientes de Abraham, son mestizos de<br />

egipcio, ya que tanto Agar como la mujer de Ismael<br />

eran egipcias. Israel e Ismael estaban emparentados,<br />

pero eran distintos.<br />

Sentido. Un primer mensaje se insinúa en la<br />

resistencia de Abraham a secundar los deseos de su<br />

mujer. No se puede echar de casa a una mujer con<br />

su niño y exponerlos a un peligro cierto de perecer,<br />

máxime si se trata de la propia mujer y el propio<br />

hijo. Abraham sólo accede cuando Dios le da la seguridad<br />

de que eso entra dentro del plan de Dios, y de<br />

que Él se encarga de proteger a la madre y al niño.<br />

Pero la intención principal del relato es más profunda.<br />

Es cierto que no hay más que un hijo heredero<br />

de las promesas hechas a Abraham; que sólo de<br />

PARA COMPRENDER <strong>EL</strong> <strong>LIBRO</strong> D<strong>EL</strong> <strong>GÉNESIS</strong> 131

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