Para comprender EL LIBRO DEL GÉNESIS - 10
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entero modelaron ladrillos. Cuando llegó el segundo<br />
año, levantaron la cabeza de Esagila hacia Apsu».<br />
Las coincidencias son evidentes.<br />
«Una torre con la cúspide (literalmente: cabeza)<br />
en los cíelos»: el autor pudo tomar la frase de la descripción<br />
de la construcción de Babilonia en el<br />
«Enuma elish»; también puede reflejarse en ella la<br />
impresión de algún israelita que había contemplado<br />
con asombro aquellos templos de Babilonia que eran<br />
verdaderos «rascacielos».<br />
«Hagámonos un nombre». David se hizo un nombre<br />
con sus hazañas (2 Sm 8,13); Yahvé se hizo un<br />
nombre con las hazañas de la historia de salvación<br />
(Is 63,12; Jr 32,20; Neh 9,<strong>10</strong>). Así los constructores<br />
de la torre quieren hacerse un nombre, hacerse<br />
famosos, pasar a la historia, gracias a su hazaña.<br />
«No sea que nos desperdiguemos por toda la faz de<br />
la tierra»: aquella gran hazaña, o la hacían mientras<br />
permanecían juntos, o no la podrían hacer nunca<br />
más.<br />
5-9. Interviene Yahvé. Hay una dificultad en el<br />
texto: empieza diciendo que Yahvé «bajó», y luego, a<br />
la vista de la situación, dice: «Bajemos». No nos<br />
esforcemos en limar esa fricción: es efecto de la<br />
combinación de diversas variantes de la tradición.<br />
«Yahvé bajó»: se supone que Yahvé habita en lo alto<br />
del cielo, que es una idea común a todas las religiones.<br />
Otras veces puede bajar Dios para salvar, por<br />
ejemplo a Israel, oprimido en Egipto (Éx 3,8); aquí<br />
baja como juez, para poder juzgar justamente, con<br />
conocimiento inmediato de la causa. Un caso parecido<br />
es el de Gn 18,21, cuando baja para enterarse<br />
personalmente de la maldad de Sodoma. Dios baja<br />
desde el cielo, mientras los hombres intentan vanamente<br />
subir por sus propias fuerzas hasta el cielo.<br />
El v. 6 describe la reacción de Yahvé. Considera<br />
la situación y entiende que aquello no es más que el<br />
comienzo, lo que le obliga a intervenir. Si todo quedara<br />
en eso, no sería necesario, pero, si se mantienen<br />
las mismas circunstancias, y con las mismas<br />
intenciones, los hombres irán mucho más allá: «En<br />
adelante nada les será imposible de cuanto se propongan<br />
hacer». Será una absoluta autonomía de la<br />
humanidad, al margen de su Creador. Una humani<br />
8 6 PARA COMPRENDER <strong>EL</strong> <strong>LIBRO</strong> D<strong>EL</strong> <strong>GÉNESIS</strong><br />
dad que no compartirá la conclusión a la que llega<br />
Job: «Sé que eres todopoderoso: ningún proyecto es<br />
imposible para ti». Job admite su puesto de criatura<br />
y reconoce a su Creador. Pero en Gn 11,1-9 los hombres<br />
quieren una vez más igualarse a Dios, como en<br />
Gn 3,5.<br />
Sobre el plural «Bajemos», véase lo dicho sobre<br />
1,26 y 3,22. No hay por qué ver tras de ello ningún<br />
rastro de politeísmo, ni de alusión a la corte de Dios.<br />
Es un plural de deliberación.<br />
Yahvé soluciona el problema con la confusión de<br />
lenguas. Pero, por efecto de que el autor ha querido<br />
conjugar los dos temas, de la confusión de lenguas y<br />
de la dispersión, en la realización de la decisión de<br />
Yahvé no se habla de la confusión de lenguas sino de<br />
la dispersión. Pero da igual: la intervención de Dios<br />
para impedir la prosecución de la obra podía realizarse<br />
de dos maneras: o confundiendo las lenguas, y<br />
entonces los hombres, por propia decisión, al no<br />
entenderse, se dispersarían; o dispersándolos, y<br />
entonces, por el curso normal de las cosas, acabarían<br />
hablando diversas lenguas: los israelitas tenían experiencia<br />
de que los diversos pueblos ocupaban diversos<br />
territorios y hablaban diversas lenguas (<strong>10</strong>,5.<br />
20.31). Ésa es, a juicio de Yahvé, una buena configuración<br />
de la humanidad (Gn <strong>10</strong>), y no la que pretendieron<br />
los hombres constructores de la torre de<br />
Babel. Un imperio humano con todos los adelantos<br />
técnicos en su mano es capaz de poner en marcha<br />
empresas sobrehumanas y de marginar a Dios.<br />
11,9. Etimología de Babel. Bab-Il, en acádico,<br />
es «Puerta de Dios». Probablemente tomaba nombre<br />
de la famosa torre Etemenanki, en cuya cima se celebraba<br />
el encuentro con los dioses. Este valor religioso<br />
de la torre, y la corrrespondiente etimología, eran<br />
desconocidos de J, para quien aquellas torres no significaban<br />
más que orgullo irreligioso. Nuestro narrador<br />
relaciona «Babel» con el verbo hebreo balal<br />
(«confundir»), para que su solo nombre recordara a<br />
los lectores la narración que les acaba de contar. Así<br />
pues, como en otros casos, ni es una etimología científica<br />
ni pertenece propiamente al relato.<br />
Sentido. Gn 11,1-8 es una narración etiológica<br />
que quiere explicar algo más profundo que el nom-