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Para comprender EL LIBRO DEL GÉNESIS - 10

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12-17. Se nos ha contado que los hermanos odiaban<br />

a José. Por algo nos lo han contado. Algo trágico<br />

va a suceder. En cuanto vemos que los hermanos<br />

están pastoreando muy lejos de la residencia de su<br />

padre, y que Jacob envía a José donde sus hermanos,<br />

nos echamos a temblar.<br />

Jacob no sospecha el odio profundo que tienen<br />

los hermanos hacia José. Incautamente lo envía solo<br />

ante el peligro. Se trata de comprobar el shalóm, el<br />

bienestar, de sus hermanos y de los ganados (ver<br />

29,6). Choca que Jacob esté en Hebrón, tan lejos.<br />

Quizás se quiere recalcar eso: la gran lejanía. Además,<br />

sus hermanos no están en Siquem, sino en<br />

Dotan (actual Tell Dotan), 12 km. al norte de<br />

Siquem.<br />

18-30. La narración tiene aquí dos variantes. En<br />

una, los hermanos ven venir «al soñador» y planean<br />

matarlo. Y Rubén, cumpliendo con la función de<br />

hermano mayor, en ausencia del padre, trata de<br />

impedirlo, les conjura que no lo maten, sino que lo<br />

echen a una cisterna (ver Jr 38,6). Así lo hacen. Pero<br />

pasan por allí unos mercaderes madianitas 2 , seguramente<br />

le oyen llorar y gritar, sacan a José de la cisterna<br />

y se lo llevan a Egipto. Vuelve Rubén a la cisterna<br />

y no encuentra a José. Desgarra sus vestiduras<br />

en señal de sumo dolor, manifiesta a sus hermanos<br />

que su intención era salvar a José de la muerte y<br />

devolverlo vivo a su padre. Ahora que el niño no aparece<br />

¿cómo se puede presentar ante su padre? ¿Qué<br />

explicación le puede dar?<br />

En la otra versión, los hermanos planean igualmente<br />

matar a José. Empiezan por quitarle la túnica.<br />

Entonces ven venir una caravana de ismaelitas. Judá,<br />

ejerciendo también de hermano mayor, para impedir<br />

que lo maten, les aconseja que se lo vendan a ellos, y<br />

no pongan su mano sobre el que es «nuestro hermano,<br />

nuestra carne». La sangre no se puede «tapar»:<br />

sigue clamando siempre contra el asesino (4,<strong>10</strong>). En<br />

efecto, se lo venden a los ismaelitas. Veinte piezas de<br />

plata es bien poco como precio de un hombre, pero<br />

quizá era lo acostumbrado (ver Lv 27,4-5).<br />

2 Es normal que pasen mercaderes por aquella región procedentes<br />

de Siria, rumbo a Egipto.<br />

No se dice nada de la reacción de José. Más tarde<br />

los hermanos recordarán: «Somos culpables contra<br />

nuestro hermano, que veíamos la angustia de su<br />

alma cuando nos pedía compasión y no le hicimos<br />

caso» (42,21).<br />

Los ismaelitas llevaban sus camellos cargados de<br />

productos cosméticos, medicinales, empleados en el<br />

embalsamamiento.<br />

31-33. Había que explicar al padre la desaparición<br />

de José de alguna manera que eximiera de culpa<br />

a los hermanos. Se nos ha conservado la explicación<br />

de la versión-Judá. Allí estaba la túnica inconfundible<br />

de José, que ellos le habían quitado antes de<br />

venderlo. La empaparon en la sangre de un cabrito<br />

y se la enviaron a su padre. Buen ardid para quedar<br />

ellos fuera de toda sospecha. Jacob no podía menos<br />

de reconocer la túnica de su hijo y sacar la conclusión<br />

de que una fiera lo había despedazado.<br />

34-35. La lamentación de Jacob y el duelo que<br />

hace por José muestran una vez más la predilección<br />

que sentía por él. Los ritos de duelo son los habituales<br />

en esos casos. Los «hijos e hijas» le quieren<br />

consolar: es otra tradición según la cual Jacob tenía<br />

varias hijas (a no ser que se llame «hijas» a las nueras,<br />

como Rut 1,11). «Bajar al seol», al lugar de los<br />

muertos, es una frase hecha para significar la muerte.<br />

Ésta le unirá a su hijo: «a mi hijo», como si no<br />

tuviera más. «Y su padre lo lloraba» puede ser un<br />

duplicado, procedente de otra tradición. Actualmente<br />

se ha de entender: lo siguió llorando mucho tiempo.<br />

Los hermanos habían eliminado a José, pero<br />

José seguía siendo el predilecto de su padre.<br />

36. Terminada la acción del cap. 37, era preciso<br />

enlazarla con la del cap. 39 (el cap. 38 no pertenece<br />

a la historia de José). Lo hace el v. 36, que empalma<br />

con el v. 28a: aquellos madianitas llegaron a Egipto<br />

y lo vendieron a Putifar («Don de Ra»). «Eunuco» no<br />

implica necesariamente que estuviera castrado; puede<br />

significar simplemente «cortesano». Gn 39,1 vendrá<br />

a decir lo mismo, sólo que según la otra variante:<br />

los que lo vendieron fueron los ismaelitas de<br />

37,27.28*.<br />

PARA COMPRENDER <strong>EL</strong> <strong>LIBRO</strong> D<strong>EL</strong> <strong>GÉNESIS</strong> 233

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