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Para comprender EL LIBRO DEL GÉNESIS - 10

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infundiéndole el sueño premonitorio al Faraón, y<br />

concediéndole su interpretación por medio de José,<br />

le hace posible tomar las medidas oportunas para<br />

que no se sientan en Egipto los siete años de hambre.<br />

José se adelanta a proponer al Faraón la adopción<br />

de esas medidas. Dios ha dispuesto la salvación<br />

de Egipto y de su reino, pero no se hará sin la intervención<br />

enérgica y sabia del Faraón.<br />

Éste deberá empezar por buscar «un hombre<br />

inteligente y sabio». Se usan en hebreo dos nombres<br />

sinónimos, de los que el primero (nabón) acaso signifique<br />

más la capacidad intelectual, y el segundo<br />

(jakam) más la prudencia que es hija de la experiencia.<br />

La pareja de palabras describe aquí al hombre<br />

apropiado para la difícil misión (como 1 Re 3,12; Is<br />

<strong>10</strong>,13). En ningún caso se trata de una sabiduría<br />

aprendida en las escuelas. No dice la narración si<br />

José tenía la pretensión de describirse a sí mismo<br />

con esos calificativos.<br />

A un hombre tal debe otorgarle el Faraón toda la<br />

autoridad de un visir. Pero la autoridad es toda del<br />

Faraón: «Hágalo el Faraón» (34a).<br />

El almacenamiento de grano en los graneros era<br />

cosa habitual en Egipto, mientras que en Palestina<br />

era algo insólito. Esta vez se debería hacer a gran<br />

escala. En las medidas recomendadas el relato pierde<br />

fluidez. En el v. 33 se propone la designación de<br />

un único funcionario; pero en el v. 34 se habla de una<br />

comisión. En el v. 34b se habla de requisar el quinto<br />

de la cosecha de los años buenos; en el v. 35 parece<br />

que se requisa el total (aunque se sobrentiende que<br />

lo que se requisa es todo el sobrante). Cabe que esas<br />

asperezas sean rastros de la composición de dos<br />

versiones del relato.<br />

37-46. Dios, al infundir los sueños al Faraón y<br />

darle a José luz para interpretarlos, buscaba algo<br />

más que la solución al problema del hambre en<br />

Egipto. Lo había preparado todo para la exaltación<br />

de José, y había encontrado en éste un sagaz<br />

colaborador.<br />

¿Por qué el Faraón dio por buena sin más la<br />

interpretación y el consejo de José? Dicen que porque<br />

la interpretación de José coincidía con su propia<br />

sospecha. Pero es el mismo Faraón el que razo­<br />

250 PARA COMPRENDER <strong>EL</strong> <strong>LIBRO</strong> D<strong>EL</strong> <strong>GÉNESIS</strong><br />

na su aceptación: José tiene el espíritu de Dios (v.<br />

38). Eso nunca se puede demostrar, pero se muestra<br />

por indicios, sobre todo por la impresión de honradez<br />

y aplomo de quien habla, no en nombre de su<br />

propia sabiduría, sino en nombre de Dios. Además<br />

aquel hombre proponía unas medidas que en todo<br />

caso parecían razonables. También la corte asintió,<br />

ésta ya o por la misma razón que el rey, o porque no<br />

podía ofrecer otra alternativa, o por no contradecir<br />

al Faraón.<br />

Quien tenía el espíritu de Dios para interpretar<br />

los sueños, ¿no lo tendría para actuar como un gran<br />

hombre de estado? En este relato en que se habla<br />

simplemente de Dios, sin hacer distinción entre el<br />

Dios del Faraón y el Dios de José, ambos participan<br />

en una misma convicción de que Dios actúa en los<br />

destinos de los hombres.<br />

Porque la sabiduría de José no proviene de la<br />

experiencia sino del espíritu de Dios, se ha dicho que<br />

no era un mero sabio sino una especie de profeta.<br />

Pero el espíritu polivalente de Dios ilumina aquí a<br />

José en campos que no suelen ser de la incumbencia<br />

de los profetas: los sueños y la política económica y<br />

agraria. Los textos más cercanos son los de Job 4,12-<br />

17, donde el conocimiento teológico procede de una<br />

especie de revelación, y Job 32,8.<strong>10</strong>, donde la sabiduría<br />

procede del espíritu (rúaj) divino y exige el<br />

mismo reconocimiento que la profecía.<br />

41-46. La ceremonia de investidura consta de<br />

los elementos siguientes:<br />

1) Las palabras solemnes del Faraón: «He aquí<br />

que te he puesto al frente de todo el país de Egipto» (v.<br />

41).<br />

2) El Faraón se quita su propio anillo de sello,<br />

con el que se sellaban los documentos del estado, y<br />

se lo pone a José (v. 42a) (ver Est 3,<strong>10</strong>,12; 8,2.8.<strong>10</strong>).<br />

Se han encontrado muchos de tales sellos, algunos<br />

con el nombre del rey.<br />

3) Lo reviste con ropas de lino fino, tales como<br />

se prescriben para los sacerdotes en Éx 25-28; 36; 38-<br />

39, y como aparecen en las imágenes egipcias.<br />

4) Le pone un collar de oro al cuello. La imposición<br />

de una cadena o collar aparece en el antiguo

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