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Para comprender EL LIBRO DEL GÉNESIS - 10

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dado de sus antiguos propietarios, sólo que la propiedad<br />

era ya del Faraón. Pero 17a dice: «y llevaron<br />

sus ganados a José».<br />

18-26. Pasa un año, y a la gente, ya sin plata ni<br />

ganados, no le quedan más que sus personas y sus<br />

tierras. No tienen ni pan para comer ni simiente para<br />

sembrar. Están dispuestos a vender sus tierras y venderse<br />

a sí mismos al Faraón, a cambio de pan y de<br />

simiente. José acepta, y todas las tierras pasan a ser<br />

del Faraón (excepto las de los sacerdotes), y todos los<br />

egipcios se convierten en siervos del Faraón.<br />

La entrega de la simiente supone que los labradores<br />

van a seguir labrando las tierras, ahora ya en<br />

calidad de arrendatarios, por lo que tendrán que<br />

pagar una renta al Faraón. José fija esa renta en una<br />

quinta parte de la cosecha. Puede parecer que se trata<br />

de dos cosas distintas: la propiedad de la tierra por<br />

un lado y el tributo del quinto por otro. Pero en la<br />

mentalidad del autor es una misma cosa: si fueran<br />

propietarios de la tierra, no tendrían que pagar el<br />

quinto; si pagan el quinto, es que no son propietarios.<br />

Todos se sienten felices de ser en esas condiciones<br />

siervos del Faraón, y aclaman a José como su<br />

salvador. No nos debemos escandalizar del servilismo<br />

de los egipcios, que estimaban más la vida que<br />

la libertad. Si el pagar impuestos al Estado hace siervos<br />

a los ciudadanos, todos somos siervos. Al autor<br />

le parecen aquellas medidas acertadas y cree que los<br />

egipcios llevan una vida próspera y feliz sometiéndose<br />

a ellas. (Sólo el territorio de los sacerdotes se<br />

exceptúa una vez más).<br />

Aparte de otras fricciones de menor monta, choca<br />

el que José no responda a las palabras de los<br />

labradores en los w. 18-19, sino que sin más se dé<br />

por hecho lo que éstos proponían (w. 20-21). No se<br />

dice claramente cómo se resolvió el problema del<br />

pan y de la simiente: sólo que la tierra pasó a ser propiedad<br />

del Faraón y ellos reducidos a servidumbre.<br />

Luego habla José e impone la norma a la que se quería<br />

llegar: la renta de la quinta parte de la cosecha al<br />

Faraón (w. 23-24).<br />

La solución final no tiene para nada en cuenta lo<br />

de los siete años de sequía.<br />

Nos podemos imaginar el origen de esta narración<br />

de la siguiente manera: los israelitas tenían cier­<br />

288 PARA COMPRENDER <strong>EL</strong> <strong>LIBRO</strong> D<strong>EL</strong> <strong>GÉNESIS</strong><br />

tas ideas un poco vagas acerca de Egipto y de sus<br />

peculiaridades. Una de ellas era la de que allí todos<br />

los ciudadanos eran siervos del Faraón, las tierras<br />

eran todas del Faraón, excepto las de los templos, los<br />

labradores tenían que pagar por sus tierras unas rentas<br />

desacostumbradas en Israel: un quinto de la<br />

cosecha.<br />

Esa situación extraña requería una explicación<br />

en algún hecho del pasado: surge, pues, una narración<br />

etiológica, con su final característico: «hasta el<br />

día de hoy». Una situación actual se explica por un<br />

acontecimiento del pasado. La historia de José<br />

hacía del antepasado José uno de los grandes bienhechores<br />

de Egipto por su política agraria. Si él, en<br />

ocasión de una gran carestía, había tomado medidas<br />

drásticas pero sabias y salvadoras, ¿por qué no<br />

atribuirle también a él las decisiones severas que<br />

condujeron a la situación actual? De la misma forma<br />

que a quien gana batallas se le puede atribuir<br />

una batalla que no ganó, como a Josué, que destruyó<br />

ciudades, se le atribuye también la destrucción<br />

de alguna que no destruyó, así a José, autor de<br />

medidas agrarias acertadas para el bienestar de<br />

Egipto, se le adjudica otra medida que él no tomó.<br />

Eso sucedió sin duda en una época en que se trataba<br />

de engrandecer la memoria de los antiguos héroes<br />

de Israel 1 .<br />

Se ha estudiado mucho si esta reforma agraria<br />

de José responde a la historia de Egipto, o al menos<br />

refleja correctamente sus instituciones, y, en caso<br />

afirmativo, a qué época puede referirse tal narración.<br />

Si tratara simplemente de explicar cómo toda<br />

la tierra vino a ser propiedad del rey, sería aplicable<br />

a cualquier período, porque el rey fue, en teoría, el<br />

único propietario, desde la Primera Dinastía hasta<br />

los Ptolomeos. En la práctica, en todo período de la<br />

historia hubo propietarios privados que tuvieron que<br />

pagar tributos. Desde la lejanía, a un labrador israelita,<br />

unos labradores que tenían que pagar como tributo<br />

un quinto le parecerían esclavos de la corona.<br />

De la tasa del quinto tenemos pocos datos. Generalmente<br />

eran tasas altas.<br />

1 En el v. 21a, mejor que el hebreo «Y al pueblo lo hizo pasar<br />

a las ciudades (he'ebirle'erím)», es la traducción griega, con Samaritano<br />

y Vulgata: «Y al pueblo lo sometió como siervos (he'ebid<br />

le'abadím)».

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