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Para comprender EL LIBRO DEL GÉNESIS - 10

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montón hacia ti, o si tú traspasas este montón y esta estela hacia mí para mal,<br />

el Dios de Abraham y el Dios de Najor juzgarán entre nosotros». Y Jacob juró por<br />

el Padrino de su padre Isaac.<br />

Jacob hizo un sacrificio en el monte e invitó a sus hermanos a comer pan. Ellos<br />

comieron pan e hicieron noche en el monte.<br />

Nos cuenta este capítulo un episodio importante<br />

en sí mismo, pero que se inserta en el contexto del<br />

ciclo Jacob/Labán (caps. 29-31), y aun en el más<br />

amplio de Jacob/Esaú (caps. 27-33). Dentro del ciclo<br />

Jacob/Labán, a la llegada (cap. 29), corresponde la<br />

partida-huida en el cap. 31. En el ciclo Esaú-Jacob,<br />

a la huida corresponde la vuelta, que prepara el<br />

reencuentro de los dos hermanos.<br />

<strong>Para</strong> quienes no tienen reparo en admitir en el<br />

Génesis una fuente E, no hay dificultad en atribuir<br />

la mayoría del capítulo a esa tradición. Serían de J<br />

sólo los w. 1 y 3. Los que no quieren admitir la fuente<br />

E, atribuyen la base de la narración a J, con varias<br />

ampliaciones posteriores independientes entre sí,<br />

sobre todo en el diálogo de Jacob con sus mujeres (4-<br />

16) y en el pacto (43-54). Esta teoría tropieza con<br />

demasiadas dificultades. Es mucho más sencillo atribuir<br />

la narración básica a E.<br />

En el v. 18 hay una ampliación propia de P: «el<br />

ganado de su propiedad, que había adquirido en Paddán<br />

Aram, para irse a donde su padre Isaac, al país de<br />

Canaán».<br />

1-25. Justificación de la huida y del enriquecimiento.<br />

Huida<br />

1-3. Se dan dos explicaciones que justifican la<br />

decisión de Jacob de huir sin despedirse, a) Jacob se<br />

entera de los comentarios de los hijos de Labán: se<br />

ha enriquecido a costa de nuestro padre (v. 1). b)<br />

Jacob observa que «el rostro de Labán ya no era para<br />

él como hasta entonces» (v. 2). Estas dos razones se<br />

pudieron acumular la una a la otra, porque no se<br />

excluyen. Pero la primera no se tiene en cuenta en el<br />

resto del relato y la segunda sí. Es lógico pensar que<br />

la primera pertenece a una mano distinta de la que<br />

ha redactado la mayoría del capítulo.<br />

194 PARA COMPRENDER <strong>EL</strong> <strong>LIBRO</strong> D<strong>EL</strong> <strong>GÉNESIS</strong><br />

Así pues, cuando en el v. 3 al Dios que interviene<br />

para mandar a Jacob que vuelva a su patria se le llama<br />

Yahvé, y no Elohim, es de suponer que tanto el<br />

v. 1 como el 3 son de J. No es una interpretación<br />

teológica innecesaria: para ese autor era importante<br />

que Jacob no tomara una decisión tan trascendental<br />

sin conocer la voluntad de Dios.<br />

4-25. Raquel y Lía estaban en casa. Jacob las llama<br />

al campo, donde nadie les puede escuchar, para<br />

explicarles su decisión de huir. En su discurso: a)<br />

Dice que Labán le ha cambiado la paga hasta diez<br />

veces, lo que no aparece en el capítulo anterior, pero<br />

cuadra bien con las trapacerías propias de Labán; b)<br />

Les da una explicación de su enriquecimiento, muy<br />

propia de la tradición E. En 30,25-42 (J) el enriquecimiento<br />

se debió a una singular astucia de Jacob, que<br />

tendió una trampa al no menos astuto y egoísta<br />

Labán. <strong>Para</strong> J no se requería mayor justificación.<br />

<strong>Para</strong> E habría sido una conducta difícilmente admisible<br />

moralmente. Así pues, en la tradición E, se<br />

encuentra también el tema de los diversos colores de<br />

las reses como base del enriquecimiento, pero de otra<br />

manera. «El Dios de mi padre ha estado de mi parte».<br />

No le ha dejado a Labán perjudicarme. «Dios ha<br />

quitado el ganado a vuestro padre y me lo ha dado a<br />

mí». Así pues, Jacob ha procedido como un santo'.<br />

Pero no por salvar a Jacob de toda responsabilidad<br />

se la podía cargar a Dios. Por eso sale en defen-<br />

1 Los términos para distinguir por el color los animales son,<br />

lo mismo para las ovejas que para las cabras, nequddím, «pintadas»<br />

y 'aquddim, «variopintas» (v. 8) En <strong>10</strong>-12 se atribuye el resultado<br />

a que los machos que cubrían a las hembras eran todos<br />

'aquddim, nequddím y beruddím, «manchados». Es una distinción<br />

más sencilla que la del cap. 30, pero también menos ajustada a la<br />

realidad, porque el color normal de las cabras es anormal en las<br />

ovejas.

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