Para comprender EL LIBRO DEL GÉNESIS - 10
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só, sino que «lo dejó marchar en paz» y le ofrece un<br />
pacto de no-agresión. Se sella el pacto con una cena<br />
y un juramento.<br />
Abimélec se presenta en plan suplicante, pero<br />
con el acompañamiento propio de un rey: un familiar<br />
o amigo, el hombre de su confianza; y el jefe de<br />
la tropa. Todo un señor extranjero reconoce que Yahvé<br />
está con Isaac, y que es el bendito de Yahvé: se<br />
cumple en él lo prometido en el v. 3. Sobre ese reconocimiento<br />
de la singularidad de Isaac ante Yahvé se<br />
basa el pacto de no-agresión, que puede servir de<br />
modelo para la relación de Israel con sus vecinos, y<br />
de los vecinos con Israel: cada uno en su tierra, y respeto<br />
mutuo. La paz no supone que Isaac pueda volver<br />
a territorio de Abimélec.<br />
El pacto se concluye con dos actos solemnes: la<br />
cena de hermandad por la noche 5 , y el juramento<br />
mutuo por la mañana.<br />
32-33. La noticia de un nuevo pozo queda separada<br />
de las que se dan sobre pozos en los w. 15-22,<br />
para que sirva de engarce entre las noticias de pozos<br />
y la del pacto sellado entre Isaac y Abimélec: este<br />
pozo se llama Seba (Juramento) en recuerdo del que<br />
hicieron aquéllos para cerrar su tratado de paz. Y<br />
queda el tratado fijo en la memoria gracias al nombre<br />
de la localidad, Ber-Seba, que se interpreta como<br />
«Pozo del Juramento».<br />
(Los w. 34-35 pertenecen a P, y los tratamos al<br />
comienzo del cap. 28).<br />
5 Era obligado sellar los pactos con un banquete (ver 31,46;<br />
Éx 24,11).<br />
166 PARA COMPRENDER <strong>EL</strong> <strong>LIBRO</strong> D<strong>EL</strong> <strong>GÉNESIS</strong><br />
Sentido. Esta accidentada historia está sembrada<br />
de mensajes. Un primero es que aquel rey filisteo,<br />
en contra de lo que espontáneamente creía Isaac y<br />
creería cualquier israelita, es un hombre honrado.<br />
Los nombres de los pozos dicen también algo: los<br />
dos primeros hablan de discusiones y peleas; el tercero,<br />
de anchura; el último, de juramento de paz.<br />
Estos nombres corresponden a la marcha de la historia.<br />
Comienza ésta porque los filisteos habían<br />
cegado los pozos excavados por Abraham: como no<br />
los podemos aprovechar nosotros, que no valgan<br />
para nadie. Sigue la historia con las peleas por los<br />
pozos, que cesan por fin. Y termina con la paz: «Yse<br />
fueron en paz». El autor del capítulo no entiende que<br />
el privilegio de Israel implique el avasallamiento de<br />
los pueblos vecinos, ni la expansión imperialista.<br />
Cada uno en su territorio, en una paz fundada en el<br />
respeto mutuo. Con esos límites, la grandeza de un<br />
pueblo no crea problemas; lo que los crea es el<br />
engrandecimiento injusto en territorio ajeno.<br />
El relato actual, gracias a los palabras de Yahvé<br />
y de Abimélec, establece la más estrecha relación<br />
entre Isaac y su padre Abraham: Isaac es el heredero<br />
y transmisor de las promesas.<br />
Por fin, estos textos de promesas, un poco tardíos,<br />
al vincularlas a la obediencia de Abraham, «mi<br />
siervo», insinúan al pueblo castigado con el destierro<br />
que no vale la confianza ciega en las promesas si no<br />
va acompañada de la escucha de la voz de Yahvé y<br />
de su servicio.