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Para comprender EL LIBRO DEL GÉNESIS - 10

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No es fácil la interpretación de estos dichos sobre<br />

las tribus. Primero, porque son textos poéticos. En<br />

una narración en prosa, el léxico es reducido y de<br />

uso frecuente, y la misma lógica del relato proyecta<br />

su luz sobre los pasos oscuros. Pero el lenguaje poético<br />

es conciso, su léxico no es el del lenguaje ordinario,<br />

su sintaxis se permite toda clase de libertades<br />

al servicio del ritmo y de la fuerza expresiva, las imágenes<br />

se amontonan unas sobre otras. Si además es<br />

una poesía primitiva, que alude a acontecimientos y<br />

situaciones que nos son por lo demás desconocidos,<br />

y, como consecuencia de ello, el mismo texto es<br />

incierto, hay veces en que no tenemos seguridad de<br />

haber alcanzado el verdadero sentido. Así nos ocurre<br />

en este capítulo.<br />

Nos puede ayudar algo el que tiene un paralelo<br />

en las «bendiciones de Moisés» en Dt 33. Allí también<br />

se describe el pasado o se hacen votos para el<br />

futuro de las doce tribus con sus nombres. Un cierto<br />

paralelismo se da también con una parte del cántico<br />

de Débora, donde se alaba a algunas tribus la<br />

participación en la batalla o se les reprocha su inhibición<br />

(Jue 5,14-18).<br />

1-2. «Jacob llamó a sus hijos y les dijo: "Juntaos,<br />

y os anunciaré lo que os acontecerá en los últimos<br />

días"»: es la primera parte del pequeño marco narrativo<br />

por el que se introduce el poema en la historia<br />

de Jacob: se completará con el v. 28b. «En los últimos<br />

días» es lenguaje profético, que anuncia un<br />

cambio que se obrará en un remoto e indefinido<br />

porvenir, al final de los tiempos. Seguramente, ha<br />

entendido lo que se dice de Judá en 49,8-<strong>10</strong> como<br />

una profecía mesiánica: como para él es lo más<br />

importante del capítulo, por estos versículos se define<br />

todo el conjunto.<br />

Ya antes el autor de la colección la había provisto<br />

de su propia introducción, en verso, en la que la<br />

presenta como palabras de Jacob a sus hijos, en las<br />

que se predice su futuro. Pero en seguida se apercibe<br />

uno de que la mayoría de las coplas no son palabras<br />

de un padre a los hijos. Sólo las que dice a<br />

Rubén y a Simeón y Leví juntos.<br />

3-7. Las coplas sobre Rubén y Simeón-Leví se<br />

distinguen de las demás en que son verdaderamente<br />

alocuciones del padre a los hijos, como decía el v. 2,<br />

y anuncian un castigo por un crimen que se cuenta<br />

en la historia de los patriarcas.<br />

3-4. El dicho sobre Rubén comienza con palabras<br />

del padre orgulloso de su promogénito, porque<br />

con su nacimiento se ha probado su vigor varonil.<br />

Sigue ponderando, o recriminando, su orgullo y su<br />

poderío. Termina recordando el hecho vergonzoso<br />

de Gn 35,22. Probablemente relaciona aquella fechoría<br />

con la pronta desaparición de la tribu de Rubén,<br />

que, al tener su territorio entre los de Moab y<br />

Ammón, en TransJordania, fue pronto absorbida por<br />

estos dos pueblos. Dt 33,6 la ve ya muy reducida.<br />

5-7. Las tribus de Simeón y Leví tenían un rasgo<br />

en común: la dispersión. La de Leví no tuvo nunca<br />

un territorio propio, y vivía diseminada por todas<br />

las otras tribus. A la de Simeón se le asigna un territorio<br />

dentro del de Judá (Jos 19,1-9). De hecho, fue<br />

absorbida por esta tribu más poderosa. Por otra parte,<br />

en el Génesis tenemos una narración en que actúan<br />

estos dos hermanos juntos, en defensa del<br />

honor de su hermana Dina (Gn 34). Los dichos acerca<br />

de Simeón y Leví relacionan aquella acción con<br />

la actual situación de estas tribus. Pero el poeta<br />

debió de conocer una versión distinta de cualquiera<br />

de las dos que se nos han conservado en el cap. 34,<br />

ya que allí no se dice que «por capricho desjarretaron<br />

toros» y aquí no se alude al honor de la hermana.<br />

«¡En su consejo no entrará mi alma; a su asamblea<br />

no se unirá mi corazón!» no es lenguaje propio<br />

de un padre que habla a sus hijos: así hablan los salmos<br />

y los libros de sabiduría.<br />

La maldición y el castigo que se anuncia no<br />

recaen sobre las personas de los patriarcas que<br />

cometieron la acción sino sobre sus tribus. La maldición<br />

se amortigua porque no afecta a Simeón y<br />

Leví sino sólo a su ira. «Los dividiré en Jacob, y los<br />

dispersaré en Israel»: olvidada la situación inicial de<br />

palabras de Jacob a sus hijos, se anuncia un castigo,<br />

y el que castiga es Dios. El poeta, o no conoce, o se<br />

olvida de la condición sacerdotal de la tribu de Leví,<br />

que tanto se celebra en Dt 33,8-11. Aquí es sólo una<br />

tribu secular, que en un tiempo hizo una guerra<br />

furiosa junto con Simeón, y que en castigo está diseminada<br />

por Israel.<br />

PARA COMPRENDER <strong>EL</strong> <strong>LIBRO</strong> D<strong>EL</strong> <strong>GÉNESIS</strong> 299

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