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Para comprender EL LIBRO DEL GÉNESIS - 10

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Es un pasaje complejo, compuesto de textos<br />

independientes, de vario origen, al que da cierta unidad<br />

el que contiene últimas disposiciones de Jacob,<br />

cercano ya a la muerte. Es lo que se introduce y sitúa<br />

por 47,29: «Cuando los días de Israel se acercaron a<br />

la muerte»:<br />

1) Jacob llama a José y le exige juramento de que<br />

no lo sepultará en Egipto, sino en el sepulcro de sus<br />

padres (47,29-31). En 50,1-14 José cumplirá lo jurado.<br />

2) Le avisan a José que su padre está enfermo. Le<br />

presenta a sus dos hijos, Efraím y Manases. Jacob<br />

los bendice (48,1-2.8-12).<br />

3) P intercala los w. 3-6, en los que Jacob adopta<br />

como hijos suyos a Efraím y Manases. El v. 7 es<br />

un apéndice.<br />

4) Jacob, cruzando sus brazos, da la bendición<br />

que correspondía al primogénito Manases al segundo<br />

de los hermanos, Efraím (48,13-14.[15-16].17-20).<br />

Esta escena, al haber sido adosada a la escena de<br />

bendición de los w. 1-2.8-12, como si fuera su continuación,<br />

está falta de un comienzo propio. Pero<br />

eran primitivamente dos unidades distintas, ya que<br />

sólo en la segunda se atribuye la primacía a Efraím.<br />

Dentro de esta escena, los w. 15-16 son una pieza de<br />

bendición de los hijos de José que está tomada de<br />

otra parte y corta el hilo entre los w. 13-14 y 17-19.<br />

También el v. 20a interrumpe las palabras de la bendición.<br />

5) Jacob asegura a José de la asistencia de Dios<br />

y de que Él los volverá a la tierra de los padres<br />

(48,21).<br />

6) Jacob mejora en la herencia a José sobre sus<br />

hermanos (48,22).<br />

47,29-31. La introducción «Cuando los días de<br />

Jacob se acercaron a la muerte» vale para todo lo que<br />

resta del libro hasta 49,39, en que se cuenta que<br />

Jacob efectivamente expiró. Jacob quiere que a su<br />

muerte lo sepulten en la tierra de sus padres; para<br />

asegurarse de ello, llama a su hijo José, no a todos<br />

sus hijos (a diferencia de 49,29 P), o porque en toda<br />

esta historia se atribuye a José un rango único en la<br />

estima de su padre, o porque sólo José desde su posi­<br />

ción en Egipto podía asegurar el cumplimiento del<br />

deseo del padre.<br />

Choca que quien como padre puede llamar en<br />

cualquier momento a su hijo, cualquiera que sea su<br />

categoría, y se siente autorizado a exigirle un juramento,<br />

formule su deseo con tanta humildad: «Si he<br />

hallado gracia a tus ojos» (como 19,19; 30,27; 32,6;<br />

33,8.<strong>10</strong>.15). No parece que sea en atención a la alta<br />

posición de José. Se da por supuesto que Jacob «ha<br />

hallado gracia» ante José. José está dispuesto a hacer<br />

cualquier cosa por su padre. Pues bien, su padre sólo<br />

le pide apremiantemente una cosa, y quiere que se<br />

la confirme con juramento. Ya se han cumplido<br />

todos sus deseos para esta vida; sólo le queda ser<br />

enterrado donde le pertenece: con sus padres. Es un<br />

deseo muy natural, incluso en nuestros días. El viejo<br />

Barzillai no pide otra cosa a David (2 Sm 19,38,<br />

ver también Rut 1,17). En este caso puede añadirse<br />

la seguridad de que, como se han de cumplir las promesas,<br />

el futuro de su familia, de los hijos de Israel,<br />

está en Canaán.<br />

«Pon tu mano debajo de mi muslo» (probablemente,<br />

eufemismo por «en las partes genitales»), es<br />

un gesto de juramento (v. 29), el mismo con el que<br />

juramentó Abraham a su criado (24,2.9), que se completará<br />

con la palabra de juramento en el v. 31.<br />

30. «Acostarse con los padres» (Gn 25,8; Dt 31,16)<br />

no es sólo un bonito eufemismo: supone una vaga<br />

conciencia de reunión con los padres en el sepulcro.<br />

De ahí el deseo y la orden: «Cuando yo me acueste<br />

con mis padres... me sepultarás en el sepulcro de<br />

ellos». En 50,5 dirá el mismo Jacob: «en el sepulcro<br />

que yo me cavé en el país de Canaán».<br />

31. «Israel se inclinó sobre la cabecera de su<br />

lecho». Había hecho un esfuerzo para llamar a su<br />

hijo y juramentarle para que cumpliera su última<br />

voluntad. Se supone que para ello se había incorporado<br />

en la cama (ver 27,19; 48,2). Ahora ya puede<br />

descansar: que llegue la muerte cuando quiera. Su<br />

gesto es de espera serena de la muerte, una vez colmados<br />

todos sus deseos.<br />

48,1-12. «Y sucedió después de esto» (15,1;<br />

22,1.20; 39,7; 40,1; Jos 24,29) es un empalme redac-<br />

PARA COMPRENDER <strong>EL</strong> <strong>LIBRO</strong> D<strong>EL</strong> <strong>GÉNESIS</strong> 291

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