Para comprender EL LIBRO DEL GÉNESIS - 10

No es fácil imaginarse en qué época pudo haber
interés en ensalzar a Abraham como hombre de
guerra. En la literatura de después del destierro, la
glorificación de Abraham fue por otros derroteros.
En Is 41,8 es el «amigo» de Yahvé, lo mismo que en
2 Cr 20,7; Dn 3,35 (texto griego) y Sant 2,21-23. El
salmo 105,6.42 lo llama «siervo» de Yahvé. Para Neh
9,7-8 es el hombre «de corazón fiel». Según 1 Mac
2,52, fue «fiel en la prueba». Sir 44,19-21 celebra la
gloria de Abraham porque «guardó la ley del Altísimo
y con él estableció su alianza; en su carne grabó
la alianza, y en la prueba fue hallado fiel». El
libro de Judit (8,26) recuerda las pruebas a que le
sometió Dios.
Si reducimos la narración a lo que podemos presumir
que eran sus términos primitivos, en la forma
que hemos expuesto, bien pudo darse como una más
de las tradiciones antiguas sobre Abraham, sin que
significara una imagen distinta del patriarca, sino un
rasgo complementario de su fisonomía. Si un rey
extranjero atacó a Sodoma, donde estaba Lot, el
sobrino de Abraham, y si el mismo Lot fue hecho
preso, el Abraham que conocemos por otros relatos,
el que en el cap. 13 ha dejado a Lot que escoja los
mejores pastos, porque no debe haber riñas entre
hermanos, el que forcejea con Yahvé en el cap. 18
para que no castigue a Sodoma con la destrucción,
reúne su gente y salva a su «hermano» y su hacienda
de las manos del rey vencedor. Y lo hace exclusivamente
por amor al «hermano»: el botín no le interesa.
Para Abraham la «hermandad» se demuestra con
la generosa cesión en bien de la paz y con la inter­
La alianza con Abrakam (Gn 15)
cesión ante Yahvé, pero también con la espada, si es
preciso. Lo mismo cede de su derecho, que defiende
el derecho de sus amigos. Ése me parece el mensaje
central de este capítulo.
Más misterioso es el origen de la escena de Melquisedec,
w. 18-20. Seguramente fue una narración
independiente, que se intercaló aquí, donde interrumpe
el hilo de la narración. Sabemos con seguridad
que es anterior a Sal 110,4, puesto que este salmo
alude a ella. Supone un reconocimiento mutuo:
del rey-sacerdote de Salem a Abraham y de Abraham
al rey-sacerdote de Salem, con la consiguiente identificación
del Dios El-Elyón, venerado en Salem, con el
único Dios Yahvé. Es posible que la escena se introdujera
para legitimar la práctica del diezmo en favor
del santuario de Jerusalén. Pero no está claro, ya que
el diezmo que entrega Abraham a Melquisedec es el
del botín, no el de la cosecha. En todo caso, Abraham
aparece como un hombre religioso que paga generosamente
el diezmo al santuario.
La persona de Melquisedec es presentada en Sal
110,4 como figura del Mesías rey y sacerdote. Partiendo
de ahí, y siguiendo procedimientos exegéticos
propios de los rabinos, Heb 7 aplica esa figura al
sacerdocio de Cristo. Malkí-Sedec = «Rey de justicia»;
«rey de Salem» = «rey de paz»; aparece sin
padre ni madre ni genealogía, como el Hijo de Dios,
que no tiene principio ni fin; es mayor que Abraham,
puesto que éste le dio el diezmo del botín, y por tanto
tiene un sacerdocio superior al de los hijos de
Leví, hijos a su vez de Abraham.
1
1 Después de estos est( sucesos rué (dirigida) la palabra de Yahvé a Abram en
\*J visión, diciendo:
«No temas, Abram.
Yo soy un escudo para ti.
Tu premio será muy grande».
Dijo Abram: «Mi Señor, Yahvé, ¿qué me vas a dar, si yo me voy sin hijos, y un
hijo de Mesneq de mi casa Eliezer...?». Dijo Abram: «He aquí que no me bas dado
descendencia, y be aquí que un criado de mi casa me va a heredar».
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