Para comprender EL LIBRO DEL GÉNESIS - 10
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aquella acción fueron instrumentos de Dios. A nivel<br />
superficial, fueron ellos los que lo vendieron; a nivel<br />
profundo, fue Dios el que lo envió por delante del<br />
resto de la familia para «conservación de la vida». Lo<br />
dice de esa forma genérica porque no fue sólo para<br />
salvar la vida de la familia de Jacob: también la de<br />
todo Egipto. Como tantas otras veces, las líneas torcidas<br />
del comportamiento humano son enderezadas<br />
por la mano de Dios hacia una meta de salvación.<br />
José quiere que se fijen sus hermanos en la acción de<br />
Dios, y no en su propia fechoría. Con ello muestra<br />
que les ha perdonado, sin hacerles pasar por la<br />
humillación de decírselo.<br />
El v. 6 explica de qué modo la bajada de José a<br />
Egipto se ha convertido en salvación: gracias a José,<br />
los siete años de carestía, «en que no habrá ni arada<br />
ni siega», de los que han pasado sólo dos, no son causa<br />
de muerte ni para todo Egipto ni para la familia<br />
de Jacob.<br />
Los w. 7-8 repiten de varias maneras lo ya dicho<br />
en el v. 5. La idea general es la misma: Dios ha previsto<br />
las dificultades de supervivencia de la familia<br />
de Jacob y ha provisto la solución enviando a José a<br />
Egipto y constituyéndolo señor de todo el país. Lo<br />
dice esto en términos que sus hermanos hebreos<br />
fácilmente podían <strong>comprender</strong> (no con los tecnicismos<br />
egipcios del cap. 41): 1) Es «un padre para<br />
Faraón», la persona de su máxima confianza, con<br />
quien cuenta para todo. (El visir Ptah-hotep, hacia<br />
1350 a.C, era llamado «padre de dios», es decir, del<br />
Faraón); 2) Es «dueño de toda su casa», de su familia<br />
y corte; 3) «Gobernador de todo el país de Egipto»:<br />
dispone de todo el territorio. Desde esa alta posición<br />
podía tomar las medidas conducentes a la salvación<br />
de Egipto y de su propia familia.<br />
Pero resulta difícil de entender el v. 7. ¿Cómo<br />
dice que se trata de mantener «un resto» a la familia<br />
de Jacob? «Un resto» se suele referir a algo que se<br />
salva, que escapa de la catástrofe, cuando lo demás<br />
perece. Pero en Gn 45,7 no se salva una parte de la<br />
familia, sino toda ella. Quizás una mano poco hábil<br />
ha introducido aquí la idea propia de los tiempos<br />
exilíeos de un «resto» portador de un futuro escatológico<br />
de salvación, sin apercibirse de que no es aplicable<br />
a la familia de Jacob lo que vale de la comunidad<br />
salvada del destierro. De todos modos, los w. 5-<br />
274 PARA COMPRENDER <strong>EL</strong> <strong>LIBRO</strong> D<strong>EL</strong> <strong>GÉNESIS</strong><br />
8 resultan repetitivos y pesados, lo que no es propio<br />
de ninguno de nuestros narradores: se puede sospechar<br />
la intromisión de varias manos.<br />
Tras estas palabras de José, y quizás antes, después<br />
del v. 5, esperaríamos los abrazos y besos que<br />
se cuentan en w. 14-15. Pero se interpone el encargo<br />
de ir a buscar al padre (w. 9-13), probablemente<br />
como consecuencia de los avatares de la composición<br />
del texto. Tal como lo tenemos actualmente, significa<br />
la prisa de José por ver a su padre antes de que<br />
muera: «Daos prisa». Pero la complejidad del texto<br />
impide que los hermanos se pongan inmediatamente<br />
en camino. José, como corresponde al encargo a<br />
un mensajero, comunica a sus hermanos no sólo el<br />
contenido del mensaje, sino hasta las mismas palabras<br />
que han de repetir, poniéndolas en la boca de<br />
José: «Le diréis: "Así dice tu hijo José"». Las peripecias<br />
de todo género por las que ha llegado a tan alto<br />
cargo en Egipto, no interesan. En todas ellas hay que<br />
ver la mano de Dios: «Dios me ha hecho dueño de<br />
todo Egipto».<br />
Asigna a su padre, a su familia y ganados «el país<br />
de Goshen». Parece ser que esta región se encontraba<br />
al este del Delta, quizás en el actual Wadi Tumilat,<br />
pequeño valle entre el Nilo y los Lagos Amargos,<br />
en la zona de Egipto que limita con la península del<br />
Sinaí y actualmente con el canal de Suez.<br />
Dice José: «Estarás cerca de mí». No es que vaya<br />
a vivir en la misma región en que vive José; pero, en<br />
comparación de la anterior lejanía, bien se podía<br />
decir que iban a estar el padre y el hijo a un paso.<br />
Como todavía en cinco años no habrá cosechas, no<br />
es superfluo el que añada: «Yo te sustentaré allí».<br />
Los hermanos, y en particular Benjamín, al que<br />
una vez más se da una importancia excepcional, son<br />
testigos oculares y darán testimonio de que era realmente<br />
José el que dijo aquellas palabras (v. 12). Ellos<br />
hablarán a su padre de la posición de José en la corte<br />
egipcia y de todo lo que allí han visto. E inmediatamente<br />
lo conducirán a Egipto.<br />
14-15. Ahora por fin llega el abrazo y el beso a<br />
los hermanos, que se habían retrasado en la narración<br />
al anticiparse la encomienda de ir en busca de