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Para comprender EL LIBRO DEL GÉNESIS - 10

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Seguramente ha ocurrido algún percance en el<br />

texto. No obstante, el sentido general es bastante claro:<br />

si Caín, en lugar de enfadarse, piensa en mejorar<br />

su conducta, no seguirá abatido y levantará la cabeza.<br />

De lo contrario, tendrá al pecado acechando a la<br />

puerta, como animal dañino, dispuesto a atacarle de<br />

nuevo en cuanto se presente la ocasión. El pecado<br />

desea al hombre con una codicia semejante al apetito<br />

sexual (se usa el mismo término que en Gn 3,16;<br />

Cant 7,11), pero el hombre puede y debe dominarlo;<br />

mas, como ceda una vez, caerá en pecados cada vez<br />

mayores. Dios advierte al hombre del peligro de<br />

entrar en la pendiente peligrosa del pecado.<br />

8. «y Caín dijo a su hermano Abel... Y cuando<br />

estaban en el campo, se levantó Caín contra Abel su<br />

hermano y lo mató». El texto hebreo no ha conservado<br />

las palabras de Caín a Abel. Las traducciones<br />

han colmado la laguna añadiendo: «Vamos afuera».<br />

La narración de la muerte es muy lacónica. Lo único<br />

que importa es el hecho fundamental de que el<br />

hermano mata al hermano, y con premeditación. Lo<br />

invitó a «salir afuera» y ya allí «se levantó... y lo<br />

mató»: se dispuso a matarlo y lo mató.<br />

9-12. Yahvé interviene. En el paraíso Dios le pregunta<br />

al hombre dónde está; aquí le pregunta dónde<br />

está el hermano. Caín responde mintiendo torpemente<br />

y preguntando desvergonzadamente: «¿Soy yo<br />

el guardián de mi hermano?». Cierto que las vidas de<br />

los hermanos pueden y suelen discurrir por cauces<br />

independientes. Pero entre no ser guardián del hermano<br />

y asesinarlo va un abismo.<br />

Yahvé no interviene como juez, sino como vengador<br />

de la sangre. Es lo propio de aquella sociedad<br />

tan primitiva. «La sangre de tu hermano clama a mí».<br />

Como todo criminal, Caín pretendió el crimen<br />

perfecto, ejecutándolo donde creía no tener testigos.<br />

Pero ante Dios no hay crimen perfecto. Caín ha acabado<br />

con Abel, pero la sangre de éste habla y grita<br />

por él. Creía estar solo, pero allí estaba Yahvé para<br />

escuchar la voz de la sangre. Caín contaba con que<br />

Abel no tendría vengador; pero allí estaba el vengador<br />

nato de cualquier hombre que no tiene otro.<br />

Pero la venganza de Dios es más benigna que la de<br />

los hombres. Ésta exigía la muerte del asesino. Yahvé<br />

se contenta con proscribir a Caín de aquella tie­<br />

rra fértil que ha tragado la sangre de Abel. Tras el<br />

pecado de Adán, la tierra no da su fruto sino regada<br />

con el sudor de la frente; la tierra regada con sangre<br />

de hermano no se lo dará a Caín ni sin sudor ni con<br />

él. Su sino será andar errante y fugitivo por el campo,<br />

como un maldito, proscrito de la sociedad. Un<br />

cristiano no puede menos de recordar aquella otra<br />

sangre «que clama mejor que la de Abel» (Heb<br />

12,24): aquélla clamaba venganza, ésta perdón.<br />

Caín se convierte en tipo de todos aquellos que,<br />

por haber matado a un hombre hermano suyo, tienen<br />

que vivir al margen de la sociedad.<br />

13-14. Y dijo Caín a Yahvé: «Mi culpa es demasiado<br />

grande para soportarla. Mira: Tú me echas hoy<br />

de la faz de la tierra laborable y tengo que andar escondiéndome<br />

de tu presencia, y tengo que ser vagabundo<br />

y errante por la tierra. Ocurrirá que cualquiera que me<br />

encuentre me matará». Caín se da cuenta ahora de<br />

que su culpa ha sido demasiado grande para ser perdonada,<br />

y el castigo que merece demasiado pesado<br />

para soportarlo. Se ve expulsado de la tierra de la<br />

que hasta entonces se nutría.<br />

Adán y Eva quisieron esconderse de Yahvé; Caín<br />

lo tendrá que intentar toda la vida, sin conseguirlo.<br />

«¿Adonde podré huir de tu rostro?» (Sal 139,7). Caín<br />

tiene que huir también de los hombres, porque no<br />

podrá disimular su crimen y cualquiera que lo<br />

encuentre reconocerá al fratricida y se creerá en el<br />

derecho y el deber de matarlo. Pero ¿quién podía<br />

matar a Caín, si no existían más que él y sus padres?<br />

Este contrasentido procede de que la narración<br />

originariamente no se desarrollaba en el contexto de<br />

los orígenes de la humanidad.<br />

15. «Pero Yahvé le dijo: "No será así: Quienquiera<br />

que mate a Caín, lo pagará siete veces". Y Yahvé puso<br />

una señal a Caín para que nadie que le encontrase le<br />

atacara». Dios mantiene el castigo, pero suaviza sus<br />

consecuencias. Nadie se atreverá a matar a Caín,<br />

porque le detendrá el temor a la venganza, que no<br />

será de uno por uno, «ojo por ojo, diente por diente,<br />

vida por vida», sino de siete por uno. Los que viven<br />

al margen de toda organización estatal no tienen<br />

más defensa que el pánico que inspira su proverbial<br />

venganza. A través de ella, también el fratricida<br />

PARA COMPRENDER <strong>EL</strong> <strong>LIBRO</strong> D<strong>EL</strong> <strong>GÉNESIS</strong> 4 5

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