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Para comprender EL LIBRO DEL GÉNESIS - 10

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Utanapishtim, el héroe del diluvio (en sumerio, Zi-udsud-du;<br />

en el griego de Berossus, Xisouthros) le cuenta a<br />

Guilgamesh cómo sucedió: «Te voy a revelar, Guilgamesh,<br />

una palabra secreta, y un secreto de los dioses te diré: Shurippak,<br />

ciudad que tú conoces, que está a la orilla del<br />

Eufrates: es una ciudad antigua y los dioses [moran] en<br />

ella. Su corazón les empujó a hacer el diluvio, a ellos, los<br />

dioses grandes. [...] [Pero el dios Ea quiere salvar a Utanapishtim<br />

y le dice, faltando al secreto:] "Hombre de Shurippak,<br />

hijo de Ubara-Tutu, destruye la casa, construye un<br />

barco, deja las riquezas, busca la vida, haz que suba a dentro<br />

del barco simiente de vida de toda clase. [...] El barco<br />

que construirás: que se correspondan su anchura y su longitud<br />

[...]". El quinto día tracé su plano. Su recinto, sus<br />

muros eran de 120 codos de alto, el entorno de su techo<br />

medía igualmente 120 codos [...]. Todo lo que tenía, lo cargué;<br />

todo lo que tenía de plata, lo cargué; todo lo que tenía<br />

de oro, lo cargué; todo lo que tenía, lo cargué; toda semilla<br />

de vida la subí a dentro del barco; a toda mi familia y<br />

mi parentela, las bestias del campo, los animales del campo,<br />

los artesanos, a todos los hice subir. Shamash [el Sol]<br />

había fijado el momento: "El jefe de las tinieblas, por la<br />

tarde, hará llover una lluvia de suciedad. Entra dentro del<br />

barco y cierra la puerta". El momento llegó: El jefe de las<br />

tinieblas, por la tarde, llueve una lluvia de suciedad: de día<br />

miré el aspecto, al considerar el tiempo tuve miedo, entré<br />

en el barco y cerré la puerta [...] Cuando amaneció, del<br />

fondo de los cielos subió una nube negra. Adad [el dios de<br />

la tormenta y el huracán] rugía en ella [...] Lo que es brillante<br />

se transforma en tinieblas [...] El hermano no ve ya<br />

a su hermano, las gentes no se reconocen en los cielos. Los<br />

dioses temieron el diluvio, huyeron, subieron al monte de<br />

Anu. Los dioses se acurrucan como un perro, están acostados<br />

sobre la muralla. Ishtar grita como una mujer en<br />

parto, vocifera la soberana de los dioses, la de la bella voz:<br />

"Que ese día se convierta en barro, ese día en que he pronunciado<br />

el mal en la asamblea de los dioses, porque he<br />

dicho el mal en la asamblea de los dioses, para hacer perecer<br />

a mis gentes he ordenado el combate. ¿Es que he<br />

engendrado a mis gentes para que como las crías de los<br />

peces pueblen el mar?". Los dioses, por causa de los Anunnaki<br />

[los actores del diluvio], lloran con ella. Los dioses<br />

están deprimidos, sentados en lágrimas [...]. Seis días y<br />

62 PARA COMPRENDER <strong>EL</strong> <strong>LIBRO</strong> D<strong>EL</strong> <strong>GÉNESIS</strong><br />

<strong>EL</strong> DILUVIO EN <strong>EL</strong> POEMA DE GILGAMESH<br />

seis noches, avanzan el viento y el diluvio, el huracán se<br />

apodera del país. Al llegar el séptimo día, es abatido el<br />

huracán, el diluvio, que había combatido el combate como<br />

un ejército; el mar se calmó, el mal viento se apaciguó, el<br />

diluvio cesó. Contemplo el mar: la voz había callado, y<br />

toda la humanidad se había convertido en barro. La inundación<br />

llegaba hasta los tejados. Abrí la ventana y el sol<br />

cayó sobre mis mejillas, me dejé caer y me quedé sentado,<br />

y lloré; por mis mejillas corrían las lágrimas [...] Hacia el<br />

monte Nisir llega el barco, el monte Nisir detiene el barco<br />

y no le deja moverse [...] Al llegar el séptimo día, hice salir<br />

una paloma, la solté; fue la paloma y volvió: como no tenía<br />

dónde [reposar], volvió. Hice salir una golondrina, la solté;<br />

fue la golondrina y volvió: como no tenía dónde [reposar]<br />

volvió. Hice salir un cuervo, lo solté; el cuervo fue y<br />

vio la desaparición de las aguas: come, chapotea, croa, y<br />

no vuelve. Hice salir a los cuatro vientos, derramé una<br />

libación, puse una ofrenda sobre la cumbre de la montaña.<br />

Coloqué catorce vasos (?), debajo de ellos distribuí<br />

caña, cedro y mirto. Los dioses aspiraron el aroma, los<br />

dioses aspiraron el agradable aroma, los dioses como moscas<br />

se juntaron encima del sacrificador". Tan pronto como<br />

llegó la soberana de los dioses [Ishtar], levantó las grandes<br />

pedrerías que había hecho Anu, según su deseo: "Oh<br />

dioses aquí presentes, tan cierto como que no me olvidaré<br />

de mi collar de lapislázuli, que me acordaré de estos<br />

días y no los olvidaré. Que los dioses vengan hacia la<br />

ofrenda. Pero que Bel no venga hacia la ofrenda, porque<br />

no ha reflexionado y ha hecho el diluvio, y a mis gentes les<br />

ha hecho sufrir la destrucción". Cuando llegó el dios Bel,<br />

vio el barco y se irritó, el dios Bel, se llenó de furor contra<br />

los Iguigui: "¿Algún ser viviente ha escapado? No debe<br />

sobrevivir ningún hombre a la destrucción". Ninib abrió<br />

su boca y habló: "¿Quién sino Ea es el autor de la cosa?<br />

Ea ha estado enterada de todo el asunto". Ea abrió su boca<br />

y habló, dijo al héroe Bel: "Oh tú, el sabio entre los dioses,<br />

el héroe! ¿Cómo, cómo no has reflexionado y has hecho el<br />

diluvio? Al pecador, cárgale su pecado; al culpable, cárgale<br />

su falta [...] ¿Por qué has hecho el diluvio? [...] Que un<br />

león hubiera venido y hubiera diezmado a las gentes. ¿Por<br />

qué has hecho el diluvio? [...] Pero yo no he revelado el<br />

secreto de los grandes dioses. Al muy sabio yo le he hecho<br />

ver sueños y él ha comprendido el secreto de los dioses".

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