Para comprender EL LIBRO DEL GÉNESIS - 10
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Egipto unas veces como condecoración honorífica,<br />
otras como signo de investidura.<br />
5) Le hace montar en su segunda carroza. Es la<br />
carroza del segundo en el reino (1 Sm 23,17; Ester<br />
<strong>10</strong>,3; 2 Cr 28,7), carro de guerra llevado por dos<br />
caballos, como el que aparece en las imágenes, por<br />
ej.: en la tumba de Tutankamón.<br />
6) Un pregonero va anunciando delante de él:<br />
«Abrek». Es discutida la interpretación del grito. Si<br />
es un imperativo egipcio de una raíz hebrea tomada<br />
en préstamo por el egipcio, podía significar «¡Someteos!»,<br />
o «¡A tierra!», o «¡De rodillas». Si es un préstamo<br />
del acádico, se traduciría por «gobernador» o<br />
«mayordomo». El sentido general es claro por el<br />
contexto: todo el mundo debe rendir honor al que va<br />
montado en la carroza.<br />
7) La investidura, que había comenzado en el v.<br />
41 con las palabras del Faraón a José, concluye en el<br />
v. 44 con otra alocución solemne. Las palabras iniciales<br />
y finales enmarcan el rito intercalado y le dan<br />
sentido. José tendrá un poder omnímodo, salvo que,<br />
por recibirlo del Faraón, tendrá su límite natural en<br />
la soberanía del mismo Faraón (v. 40b).<br />
44-45. Cambio de nombre y matrimonio de<br />
José. A la ceremonia de investidura sigue un<br />
complemento necesario por tratarse del que hasta<br />
entonces era un siervo extranjero. El Faraón, en uso<br />
de su poder supremo, cambia el nombre hebreo de<br />
José por el egipcio de Safnat Paneaj («El-Dios-hablay-él-vive»),<br />
y dándole por mujer una hija del sacerdote<br />
de On (o Heliópolis, «Ciudad del sol», al norte<br />
de El Cairo), lo emparenta con la nobleza egipcia.<br />
Cualquier israelita timorato se preguntaría cómo<br />
José pudo aceptar un nuevo nombre que lo ponía<br />
bajo la protección de un dios egipcio; más aún, cómo<br />
admitió el matrimonio con la hija del sumo sacerdote<br />
de On. Aparte de que, al parecer, esas cosas no<br />
escandalizaban por aquel entonces, el narrador<br />
transmite al lector la impresión de que la vida de<br />
José como israelita no era ya más que un estéril<br />
recuerdo, y que tenía que mirar hacia delante y ver<br />
su futuro en la asunción total de su nueva condición<br />
de egipcio. Después del exilio los judíos se harían<br />
mucho más reacios a esos contactos con gentiles.<br />
De todos modos, para los israelitas y para el mismo<br />
narrador, José seguía siendo José, y así se le llamará<br />
en adelante en toda la narración.<br />
La última frase del v. 45, «Y José pudo circular<br />
por el país de Egipto», no parece venir a cuento en ese<br />
lugar; la traducción griega la suprime. Puede deberse<br />
a un error de escribano, cometido cuando se<br />
introdujo el v. 46a.<br />
46. El redactor sacerdotal aporta el dato de que<br />
José tenía 30 años. Habían pasado 13 desde que<br />
comenzaron sus desgracias (37,2). José toma posesión<br />
de su cargo, recorriendo todo su territorio.<br />
47-49. La primera parte del anuncio divino por<br />
boca de José comienza a cumplirse. La tierra produce<br />
«a puñados». José ejecuta el plan previsto. Las<br />
cosechas son tan abundantes que el grano que recoge<br />
es como la arena del mar: es imposible llevar la<br />
cuenta. Son las exageraciones propias de las promesas<br />
de bendición.<br />
50-52. Cuando se podía esperar la descripción de<br />
los siete años de escasez, intercala el narrador, preocupado<br />
por la cronología, el nacimiento de los dos<br />
hijos de José, ya que sucedió antes de que comenzaran<br />
los siete años de hambre. Aquí hay que notar:<br />
1) Que los nombres no son egipcios, sino hebreos.<br />
Es lógico, porque son los nombres de las tribus<br />
de Manases y Efraím, y probablemente no son<br />
los hijos de José los que dieron nombre a las tribus,<br />
sino al revés: se dio a los hijos de José los nombres<br />
de las tribus.<br />
2) Que es José, y no la madre, el que pone nombre<br />
a los hijos. Esto se explica, o porque el narrador<br />
no es J, o porque, siendo nombres hebreos, no se los<br />
podía imponer una egipcia.<br />
3) Las frases con las que José explica los nombres<br />
muestran que José no se ha olvidado de su Dios,<br />
al que atribuye y agradece el cambio súbito que se<br />
ha operado en su suerte. Él que había entrado en<br />
Egipto como un esclavo extranjero, vendido por sus<br />
propios hermanos, y había ido a parar a la cárcel, de<br />
repente se veía como el visir de Egipto, casado con<br />
una mujer de la nobleza, que le había dado dos hijos.<br />
PARA COMPRENDER <strong>EL</strong> <strong>LIBRO</strong> D<strong>EL</strong> <strong>GÉNESIS</strong> 251