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Para comprender EL LIBRO DEL GÉNESIS - 10

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peligro en que se pusieron Isaac y Rebeca (que era<br />

tan hermosa como su difunta suegra) porque el mismo<br />

Abimélec descubrió por sus propios medios que<br />

eran marido y mujer. El narrador ve en ello la mano<br />

de Dios.<br />

Abimélec se muestra tan honrado como en Gn<br />

20, y le reprocha a Isaac la mentira que tanto daño<br />

les podía haber causado. La defensa de éste es pobre:<br />

se limita a que tuvo miedo. No encuentra aquí Isaac<br />

el apoyo que encontró Abraham en el Elohísta.<br />

«Y yo estaré contigo y te bendeciré». Son dos promesas<br />

sencillas y apropiadas a la circunstancia. Emigrar<br />

en país extraño era exponerse al aislamiento y<br />

la indefensión. Pero Isaac no estará sólo, pues le<br />

acompañará siempre Yahvé, y le bendecirá, lo que se<br />

traducirá en prosperidad en todo cuanto emprenda.<br />

Luego ya algún redactor aprovechó la ocasión<br />

para reiterar a Isaac las promesas hechas a Abraham:<br />

Promesa de darle a él y a su descendencia<br />

todas aquellas tierras, para cumplir el juramento<br />

hecho a su padre; promesa de multiplicar su descendencia<br />

como las estrellas del cielo (ver 15,5)';<br />

promesa de que se bendecirán en su descendencia<br />

todos los pueblos de la tierra (ver 12,3). Alguien<br />

debió de añadir: «daré a tu descendencia todas estas<br />

tierras», quizás para precisar que aquellas tierras<br />

fueron dadas de hecho, no a Isaac y a su descendencia,<br />

sino sólo a la descendencia de Isaac.<br />

Generalmente, las promesas a los patriarcas aparecen<br />

como dones gratuitos de Dios y no como mérito<br />

de aquéllos. Pero algunos pensadores del Israel<br />

del destierro, reflexionando sobre la triste situación,<br />

explicaban que las promesas fueron hechas en atención<br />

a la buena conducta de Abraham y que sólo se<br />

cumplirían en Israel si Israel imitaba la conducta de<br />

Abraham. Un escritor de ese círculo añadió el v. 5:<br />

«en recompensa de que Abraham escuchó mi voz y<br />

guardó mis advertencias, mis preceptos y mis leyes»:<br />

el lenguaje es deuteronomista (ver 18,19).<br />

El objetivo de esta historia no es el de poner<br />

delante la conducta ejemplar de un rey pagano. El<br />

•Otros textos: Gn 22,17; Éx 32,13; Dt 1,<strong>10</strong>; <strong>10</strong>,22; 28,62; Neh<br />

9,23.<br />

1 64 PARA COMPRENDER <strong>EL</strong> <strong>LIBRO</strong> D<strong>EL</strong> <strong>GÉNESIS</strong><br />

autor quiere tener al lector en vilo sobre el cumplimiento<br />

de la promesa de descendencia, y mostrar<br />

cómo la solución no viene del ingenio humano, sino<br />

que Dios, desde fuera del escenario, maneja los hilos<br />

de la trama para conducir la historia según sus<br />

designios.<br />

En efecto, la promesa de posesión de la tierra<br />

empezó a cumplirse (la de descendencia todavía no).<br />

Isaac siembra aquella tierra y cosecha el ciento por<br />

uno: empieza a poseer algunas tierras como sedentario,<br />

y se enriquece enormemente, hasta dar envidia,<br />

porque Dios le bendecía.<br />

Todo esto sucede sin dificultad ni emoción. Pero<br />

así fue porque Dios conducía la historia. Porque, si<br />

la narración hubiera tenido otro desenlace, todo<br />

podía haberse venido abajo. Podían haberle matado<br />

a Isaac por causa de su mujer; al menos podía haberse<br />

quedado Isaac sin ella. Dios estuvo con ellos para<br />

que eso no sucediera. Al contrario, aquel episodio<br />

sirvió para que el rey de la comarca garantizara permanentemente<br />

el respeto a Isaac y Rebeca.<br />

12-14. Tras la narración anterior, estos tres versículos<br />

tienen la función de preparar el relato<br />

siguiente: Como consecuencia del deseo del rey de<br />

Guerar de favorecer a Isaac, y gracias sobre todo a<br />

la bendición de Dios, Isaac se enriquece hasta límites<br />

que suscitan la envidia de las gentes de Guerar<br />

(los filisteos). Nada extraño, pues, que a continuación<br />

litiguen los de Isaac y los de Guerar por la propiedad<br />

y el uso de los pozos.<br />

15-32. Hasta el final de capítulo sigue un manojo<br />

de pequeños episodios que tienen alguna relación<br />

con los pozos. Lo más lógico sería leer los w. 16-17<br />

inmediatamente después de los w. 12-14 (saltando el<br />

v. 15): Isaac se ha enriquecido; los filisteos 2 le tienen<br />

envidia; su rey le pide o le manda que se marche a<br />

otro lado; e Isaac se va, pero sólo hasta cierto punto,<br />

ya que se queda cerca de Guerar.<br />

Otra mano recoge una tradición según la cual los<br />

2 La mención de los filisteos es anacrónica. En tiempo de los<br />

patriarcas todavía los filisteos no habían arribado a la costa de<br />

Palestina.

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