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Para comprender EL LIBRO DEL GÉNESIS - 10

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ha venido a ser como un dios, conocedor del bien y<br />

del mal, es decir, de todas las cosas. Pero ¿por qué<br />

nos vamos a fiar de la serpiente?<br />

3) Es el conocimiento experimental del pecado.<br />

No es la ciencia teórica de lo que es bueno o malo,<br />

sino la experiencia del bien y del mal.<br />

4) Es la facultad de decidir autónomamente lo<br />

que es bueno o malo, privilegio reservado a Dios. El<br />

pecado fue un atentado contra la soberanía de Dios.<br />

Quizás es mejor que nos pongamos en el pellejo<br />

de Adán y escuchemos con él las palabras de Dios:<br />

«Del árbol del conocimiento del bien y del mal no<br />

comerás, porque el día que comas de él ciertamente<br />

morirás». En ese momento Adán no sabe del árbol<br />

sino que lleva aquel nombre misterioso, y que no lo<br />

debe comer, porque si lo come morirá. El hombre<br />

tenía que preguntarse por qué aquel árbol se llamaba<br />

así, pero su pregunta quedaba sin contestación.<br />

En cualquier caso, le daba igual: si se fiaba de Dios,<br />

le bastaba saber que, si quería conservar la vida, no<br />

debía comer del fruto de aquel árbol. Tampoco nosotros<br />

sabemos, por el momento al menos, qué condición<br />

tenía aquel árbol para llamarse así. Quizás el<br />

curso de los acontecimientos revelará a Adán y a<br />

nosotros el misterio del nombre de aquel árbol.<br />

<strong>10</strong>-13. Los ríos. La fertilidad del jardín se explica<br />

por un río que, naciendo en Edén, lo cruzaba y<br />

regaba. Un paraíso en Oriente no se da sin abundancia<br />

de agua. En el mito de Dilmún faltaba para la felicidad<br />

una sola cosa, el agua dulce, a la que proveyó<br />

el dios Enki. Aquí se añade una información marginal<br />

erudita, que pone en aquel río del paraíso el origen<br />

de todos los grandes ríos que riegan el mundo.<br />

La fertilidad que aportan esos ríos tiene su origen en<br />

la sobreabundancia de agua del jardín. La descripción<br />

del río en forma concreta, dando nombre a sus<br />

cuatro brazos y describiendo su recorrido, sitúa el<br />

jardín sobre la tierra, no en el paraíso de los dioses.<br />

No pretendamos localizar el paraíso por el recorrido<br />

de los ríos. Lo que interesa es el simbolismo: la<br />

gran abundancia de agua se significa con este gran<br />

río sin nombre, tan grande que, después de regar el<br />

jardín, se dividía en cuatro ríos de un caudal tan<br />

enorme como el Tigris y el Eufrates. Los otros dos<br />

ríos no nos son conocidos. Quizás uno se sitúe en<br />

Arabia, donde debía estar la tierra de Javilá, abundante<br />

en oro y piedras preciosas. El otro puede ser<br />

el Nilo, por razón de la tierra de Kush, que se puede<br />

identificar con Etiopía o Nubia.<br />

15. Preparada la morada, Dios introduce a Adán<br />

en el jardín para que lo labre y lo cuide. Ya antes se<br />

había dicho en 8b; pero ahora se repite tras la digresión<br />

sobre los cuatro ríos. Pero añadiendo: «para<br />

labrarlo y guardarlo». El hombre es el propietario del<br />

jardín: como tal lo guarda y lo cultiva. El trabajo<br />

con el que el hombre obtiene su sustento no es consecuencia<br />

del pecado. El trabajo es necesario para<br />

el desarrollo de la persona humana, para el cumplimiento<br />

de su misión de dominio del mundo. Pero en<br />

el jardín el trabajo no era penoso: la tierra obedecía<br />

al hombre sumiso a Dios. Después del pecado, la tierra<br />

maldita se resistirá a dar su fruto y tendrá que<br />

ser regada con el sudor de la frente. También en los<br />

mitos sumero-acadios el hombre es creado para servir<br />

a los dioses labrando la tierra; pero es para proveer<br />

a los dioses de los sacrificios con que se sustentan.<br />

16. «Y Dios dio al hombre esta orden: "De todo<br />

árbol del jardín puedes comer, mas del árbol del conocimiento<br />

del bien y del mal no comerás, porque el día<br />

que comieres de él, ciertamente morirás"». El hombre<br />

es dueño absoluto del jardín y de todos sus árboles,<br />

con una sola excepción. Puede comer de todos los<br />

árboles, incluso del árbol de la vida. Pero debe abstenerse<br />

de comer del árbol del conocimiento del bien<br />

y del mal. El hombre no sabe por qué. Pero es cuestión<br />

de fiarse o no fiarse de Dios: Dios le ha dicho<br />

que en ello le va la vida. Él sabrá por qué.<br />

«Porque el día que comas de él, ciertamente morirás».<br />

El texto parece decir que el mismo día morirá;<br />

y luego no se cumple. Hemos de entenderlo, o como<br />

una amenaza para disuadir al hombre de comer de<br />

aquel árbol, sin intención de cumplirla, o como una<br />

pena de muerte que se ha de cumplir en su día: es<br />

una fórmula jurídica de condenación a muerte (1 Sm<br />

14,39.44; 1 Re 2,37.42; 2 Re 1,4.6.16; Jr 26,8; Ez 3,18;<br />

33,8.14). Si no hubiera entrado en el texto el tema<br />

del árbol de la vida, podríamos entender la frase en<br />

PARA COMPRENDER <strong>EL</strong> <strong>LIBRO</strong> D<strong>EL</strong> <strong>GÉNESIS</strong> 3 5

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