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Para comprender EL LIBRO DEL GÉNESIS - 10

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viaje le habían hablado a Jacob de la acusación de<br />

espionaje, de la prisión de Simeón, de la exigencia de<br />

volver con Benjamín. Jacob no había hecho diferencia<br />

entre unos hermanos y otros: Jacob se iba quedando<br />

sin hijos: primero José; luego Simeón; ahora<br />

Benjamín. En cambio, en el relato de Judá Jacob<br />

habla como si no hubiera tenido más que una mujer,<br />

de la que tuvo dos hijos: el uno se fue, al parecer despedazado<br />

por una fiera; si ahora le ocurre una desgracia<br />

al pequeño, «tus siervos habrán hecho bajar la<br />

ancianidad de tu siervo, nuestro padre, con tristeza al<br />

seol». Y esto lo dice Judá sin pizca de resquemor o<br />

envidia, como la cosa más natural.<br />

Ante esa situación, y en la precisión de hacer un<br />

segundo viaje, según el cap. 42, Rubén se comprometió,<br />

por la vida de sus dos hijos, a devolver a Benjamín.<br />

Según nuestro capítulo, fue Judá el que cargó<br />

con esa responsabilidad. ¿Por qué Rubén no terció<br />

en el diálogo afirmando: «Yo también salí responsable,<br />

por la vida de mis hijos, de devolver a Benjamín?».<br />

El capítulo está de acuerdo con 42,38 y<br />

43,1-<strong>10</strong>, pero no con el resto del cap. 42. Estas diferencias<br />

no se explican sólo porque Judá seleccione,<br />

de entre todo lo ocurrido, aquello que más podía<br />

conmover al príncipe egipcio, o porque hábilmente<br />

lo adapte a su intento. Son hechos distintos y sensibilidades<br />

distintas.<br />

La conclusión del discurso de Judá es ineludible:<br />

si Jacob no podrá superar la tristeza de perder a Benjamín,<br />

si Judá no podrá resistir esa tristeza de su<br />

padre, si además él ha salido responsable, la única<br />

salida humana razonable es que Judá se quede como<br />

esclavo en lugar de Benjamín, y que Benjamín vuelva<br />

con sus hermanos donde su padre. Pero eso supone<br />

que Judá asume, como la cosa más natural, que<br />

no todos los hijos son iguales para su padre: que él<br />

mismo, el portavoz de los hermanos, es para su<br />

padre menos que Benjamín. No se podía llegar a un<br />

cambio más radical en el corazón de Judá, comido<br />

por la envidia, como sus hermanos, en el cap. 37.<br />

Terminado el discurso, hemos llegado al punto<br />

culminante de la historia. Ahora los hermanos están<br />

pendientes de la boca de José. Y los lectores, que<br />

conocen la identidad de José, confían en que Judá le<br />

haya convencido de que ya no son aquellos hermanos<br />

que por envidia lo habían vendido a unos<br />

extranjeros.<br />

270 PARA COMPRENDER <strong>EL</strong> <strong>LIBRO</strong> D<strong>EL</strong> <strong>GÉNESIS</strong><br />

En el v. 28 José se entera por primera vez, aunque<br />

sea sucintamente, de la impresión de su padre<br />

cuando le fue comunicada la pérdida de su hijo José.<br />

Se entera del grito de su padre: «¡Ha sido despedazado!».<br />

Aquel dolor sigue vivo en la memoria del<br />

padre, y a los hermanos les ha dejado imborrable<br />

recuerdo. Se entera de que los hermanos hablan ahora<br />

de otra manera acerca de la predilección de Jacob<br />

por los hijos de una mujer. Tal delicadeza en el relato<br />

sólo se alcanza en todo el Génesis en esta historia<br />

de José.<br />

El paréntesis «teniendo el alma apegada a la suya»<br />

resume lo explicado en los w. 27-29 (ver 1 Sm 18,1).<br />

Hasta tal punto llegaba ese apego que, si no volviera<br />

ese hijo, moriría (ver 42,38).<br />

32. Al final, y no al principio, pone Judá lo de que<br />

él ha salido garante (43,9). No es ésa la razón por la<br />

que es necesario que vuelva Benjamín. Pero es la<br />

explicación de que deba ser él, y no ningún otro de<br />

los hermanos, el que se quede como esclavo en lugar<br />

del pequeño.<br />

34. «No quiero ver el mal que afligirá a mi padre».<br />

La emoción le hace olvidar la forma cortesana que<br />

ha mantenido durante todo su discurso: no dice «tu<br />

siervo, tu siervo mi padre». Judá desplaza la atención<br />

hacia aquel anciano que, siendo absolutamente<br />

inocente, va a sufrir más que nadie las consecuencias<br />

de la actuación de sus hijos.<br />

Sentido. El capítulo tiene por finalidad conducir<br />

el relato a su máximo grado de tensión y preparar<br />

el inmediato desenlace. José ha exigido que no<br />

vuelvan sin Benjamín. El padre se resiste porque no<br />

podría soportar la pérdida de su hijo pequeño. Pero<br />

la necesidad apremia. Judá sale responsable. José,<br />

mediante la trampa de la copa, quiere probar hasta<br />

dónde llega el afecto de los que son sus hermanos de<br />

padre, pero no de madre, hacia el que es su hermano<br />

de padre y madre. La prueba muestra, no sólo la<br />

solidaridad de todos con el pequeño, sino también la<br />

aceptación, sin género alguno de envidia, del hecho<br />

de que el padre tiene predilección por los hijos de<br />

Raquel, y en particular ahora por Benjamín. Prueba<br />

también que no son capaces, sobre todo Judá, de<br />

soportar el dolor del padre si vuelven ellos sin el

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