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Para comprender EL LIBRO DEL GÉNESIS - 10

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La narración está escrita con tal arte que a primera<br />

vista no se sospecha que pueda estar compuesta<br />

de varias fuentes o tradiciones. Pero parece<br />

haber algunos duplicados, que pueden hacer sospechar<br />

algún tipo de composición.<br />

En el v. 15, Jacob, para engañar a su padre, se<br />

pone la ropa de su hermano, mientras que en el v. 16<br />

se cubre con pieles de cabrito las manos y el cuello.<br />

A esta treta de las pieles corresponde el que Isaac<br />

comprueba la identidad de su hijo Esaú palpándole<br />

los brazos (w. 21-23); a la de la ropa corresponde el<br />

que Isaac huele a Jacob al besarlo, y percibe el olor<br />

de los vestidos de Esaú (w. 26-27). Pero bien pueden<br />

ser dos artimañas cumulativas para mayor seguridad<br />

en el difícil y comprometido engaño. De hecho,<br />

las dos fueron necesarias. Cuando Isaac, después de<br />

palpar los brazos de su hijo, lo besa, o como primer<br />

rito de la bendición, o para una última comprobación,<br />

pudo haber sido descubierto el engaño: su<br />

padre habría percibido por el olfato que las ropas<br />

eran las de Jacob y no las de Esaú. Pero Rebeca<br />

había pensado en todo.<br />

Más clara es la duplicidad entre los w. 23 y 27:<br />

Isaac bendice a Jacob dos veces: «Y le bendijo», se<br />

dice ya en el v. 23. Las traducciones suelen limar la<br />

aspereza traduciendo la primera vez: «se dispuso a<br />

bendecirle».<br />

<strong>Para</strong> quien admite en el Génesis dos fuentes antiguas,<br />

J y E, es normal atribuir esos duplicados a tales<br />

fuentes. Pero, aun en ese supuesto, dado que el trabajo<br />

redaccional ha sido casi perfecto, mejor es<br />

renunciar a la vivisección minuciosa de todo el relato,<br />

sin empeñarse tampoco en disimular las pequeñas<br />

asperezas que vayan apareciendo.<br />

Otros autores, admirando el depuradísimo arte<br />

narrativo del autor, atribuyen toda la narración a J,<br />

el cual habría retocado la tradición primitiva, en la<br />

que Israel se gloriaría demasiado descaradamente de<br />

la astucia de Jacob y pondría en ridículo a Esaú.<br />

El v. 40b, «Luego, cuando te liberes, partirás su<br />

yugo de tu cuello», es para casi todos una añadidura,<br />

que tiene en cuenta los hechos narrados en 2 Re<br />

8,20-22: Edom sacudió el yugo de Judá bajo Joram<br />

(848-841).<br />

El v. 46 es de P: empalma con la noticia de 26,34-<br />

35 sobre las mujeres hititas de Esaú, y prepara la<br />

narración del cap. 28, en el que Jacob es enviado a<br />

buscar mujer a casa de Labán.<br />

1-5. En 25,27-28 se nos proporcionaban los datos<br />

que condicionarán nuestra historia: Esaú era aficionado<br />

a la caza, Jacob era casero; Isaac amaba a<br />

Esaú, Rebeca a Jacob.<br />

Se supone que las palabras de bendición de un<br />

padre determinan el destino de sus hijos. Isaac está<br />

dispuesto a bendecir a su hijo primogénito Esaú. Tiene<br />

que ser una gran fiesta. El padre bendecirá a su<br />

hijo dentro del regocijo de un gran banquete con la<br />

caza que le haya traído, y que tanto le gusta. Cuanto<br />

más alegre esté el padre, más generoso será en la<br />

bendición.<br />

«<strong>Para</strong> que te bendiga mi alma» (mi nefesh) es una<br />

expresión poética, como la del Salmo <strong>10</strong>3,1: «Bendice,<br />

alma mía, a Yahvé, y todo mi interior a su santo<br />

nombre». Equivale a bendecir con toda el alma.<br />

Rebeca estaba escuchando, como ya antes su<br />

suegra Sara (18,<strong>10</strong>). Estar bien enterada era la condición<br />

para poder desplegar su astucia, la única<br />

arma que le quedaba, en una sociedad tan mezquina<br />

en reconocer los derechos de la mujer.<br />

6-<strong>10</strong>. Cuando Rebeca cuenta a su hijo Jacob las<br />

palabras de Isaac a Esaú, añade por su cuenta que<br />

la bendición será «delante de Yahvé». No se dan otros<br />

casos de bendición «delante de Yahvé»; pero lo que<br />

se quiere significar es que la bendición será irreversible,<br />

pues se pronuncia «delante de Yahvé», poniéndole<br />

a él por testigo y garante de la bendición.<br />

Llama la atención que mande a su hijo preparar<br />

dos cabritos para la comida de un anciano cercano<br />

a la muerte. Pero por 18,6, donde Abraham mata,<br />

para tres forasteros, su mejor becerro, colegimos<br />

que, cuando se trataba de preparar un festín, eran<br />

espléndidos hasta la exageración, por lo menos en la<br />

narración. Y no se dice que el anciano hubiera perdido<br />

el apetito; al contrario. Tampoco se dice que no<br />

participara toda la familia en las sobras.<br />

do.<br />

11-17. Ya sabemos por 25,25 que Esaú era vellu­<br />

PARA COMPRENDER <strong>EL</strong> <strong>LIBRO</strong> D<strong>EL</strong> <strong>GÉNESIS</strong> 169

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