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Para comprender EL LIBRO DEL GÉNESIS - 10

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ción normal debería ser: Pero «¿no has reservado<br />

para mí ninguna bendición?».<br />

La explicación «¿Es porque se le ha llamado Jacob<br />

por lo que me ha suplantado ya dos veces?: se llevó mi<br />

primogenitura, y he aquí que ahora se ha llevado mi<br />

bendición» es una añadidura, que entorpece la vivacidad<br />

del relato, explicando el nombre de Jacob<br />

como derivado de «suplantar con engaño» y supone<br />

que el cap. 27 es continuación de 25,29-34.<br />

Ahora se da cuenta Esaú de lo que le ha sucedido:<br />

pero no es más que lo que le hubiera sucedido a<br />

su hermano, si no hubiera engañado a su padre: a<br />

Esaú le habría tocado todo y Jacob se habría quedado<br />

sin nada.<br />

¿Cómo es que Isaac no tenía más que una bendición,<br />

la del primogénito? ¿Por qué no tenía otra para<br />

el hijo menor? No tenemos en todo el Antiguo Testamento<br />

ningún otro caso de bendición exclusiva al<br />

hijo mayor. En Gn 48 reciben la bendición de Jacob<br />

los dos hijos de José; en Gn 49, los doce hijos de<br />

Jacob, aunque no todos en la misma medida. No<br />

parece, pues, que fuera por exigencias de las leyes o<br />

costumbres de su tiempo. Acaso el padre tenía la<br />

facultad discrecional de bendecir a sus hijos en la<br />

medida que quisiera, y él decidió dar todas sus bendiciones<br />

al primogénito. En cualquier caso, la injusticia<br />

habrá que repartirla entre Rebeca-Jacob, que<br />

engañan a Isaac para que Jacob reciba la bendición<br />

del mayor, e Isaac que decide conceder todas sus bendiciones<br />

al mayor sin dejar ninguna para el menor.<br />

39-40a. A pesar de que el padre ha insistido en<br />

que no tiene otra bendición, Isaac pronuncia una<br />

bendición sobre Esaú. ¿O fue más bien una maldición<br />

virtual? Según se mire. En fin de cuentas, llevarás<br />

una vida dura, pero «vivirás». Se le niega a<br />

Esaú la tierra fértil, regada por el rocío y la lluvia.<br />

Esa tierra le ha sido entregada a Jacob. Dios le dará<br />

a Jacob «del rocío del cielo y de la grosura de la tierra»;<br />

en cambio Esaú habrá de morar (eso no es un<br />

don de Dios) «lejos de la grosura de la tierra y del<br />

rocío del cielo». Pero también en la estepa se sobrevive.<br />

En correspondencia con la bendición a Jacob,<br />

Esaú tiene que servir a su hermano. Este presagio no<br />

se va a cumplir en la historia de los dos hermanos,<br />

pero sí en la de sus pueblos.<br />

Lo que no tiene correspondencia en las bendiciones<br />

a Jacob es «Gracias a tu espada vivirás». No<br />

parece referirse al oficio de la guerra, de la que ningún<br />

pueblo puede vivir permanentemente, sino a la<br />

rapiña que los edomitas ejercían sobre las caravanas<br />

que tenían paso obligado por su territorio, y a las<br />

incursiones en los países limítrofes.<br />

Posteriormente se añadió el v. 40b (en prosa):<br />

«Luego, cuando te liberes, partirás su yugo de tu cuello».<br />

Es una imagen muy gráfica (ver Jr 27). Supone<br />

el conocimiento de lo narrado en 2 Re 8,20-22:<br />

Edom, sometido por David (2 Sm 8,12-14) y que en<br />

tiempos de Salomón logró cierta independencia (1<br />

Re 11,14-22.25), sacudió el yugo bajo Joram de Judá<br />

(848-841). Con esta añadidura se quiere dar respuesta<br />

al problema de una aparente injusticia de<br />

Dios: ¿Por qué había de llevar Edom una vida tan<br />

dura en el desierto como consecuencia de un engaño?<br />

Se responde que en realidad Esaú no siempre<br />

iba a estar estado sometido a su hermano. La suerte<br />

de Esaú no fue tan negativa. Dios se preocupa también<br />

del hijo desheredado.<br />

Sentido. Desde siempre ha sido un problema la<br />

valoración ética de la acción de Rebeca y Jacob. Pero<br />

también hemos de valorar éticamente la acción de<br />

Isaac.<br />

Rebeca y Jacob, ellos mismos, no debían de estar<br />

seguros de la rectitud de su proceder cuando adoptaban<br />

tantas cautelas. Se valen de la ceguera de<br />

Isaac. No está bien aprovecharse de un ciego (ver Lv<br />

19,14; Dt 27,18), más si se trata del propio padre<br />

anciano (ver Éx 21,17; Prov 19,26; 20,20; 23,22;<br />

30,17; Sir3,12).<br />

Jacob empieza mintiendo, y la primera mentira<br />

le obliga a una segunda, en la que implica al mismo<br />

Dios: «Yahvé tu Dios me lo puso delante».<br />

El patetismo del diálogo Esaú-Isaac (w. 31-40)<br />

provoca en el lector compasión ante el viejo y ciego<br />

Isaac y ante el desolado e inocente Esaú. Es una condenación<br />

para la acción de Rebeca-Jacob. Jacob<br />

resulta en ese momento antipático: es hijo genuino de<br />

su madre Rebeca, la hermana del taimado Labán. En<br />

el llanto de Esaú se escucha algo más que una simple<br />

preocupación utilitarista: también la devoción<br />

PARA COMPRENDER <strong>EL</strong> <strong>LIBRO</strong> D<strong>EL</strong> <strong>GÉNESIS</strong> 171

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