Para comprender EL LIBRO DEL GÉNESIS - 10

obvio es que alguien, que conocía la dificultad de un
texto que aplicaba el castigo al hijo del transgresor,
la quiso atenuar añadiendo «Cam es el padre de
Canaán» en el v. 18 y «padre de Canaán» en el v. 22.
¿Quién fue, pues, el que puso «Canaán» donde
esperaríamos que dijera «Cam»? Seguramente fue el
redactor J, que tuvo alguna buena razón para aplicar
la maldición de Yahvé a Canaán y no a Cam. J
recibió de la tradición un relato sobre la embriaguez
de Noé y el comportamiento de sus hijos, Sem, Cam
y Jafet (o Sem, Jafet y Cam), que terminaría con la
maldición de Cam y la bendición de sus hermanos.
Pero no le interesaba referir la maldición a todos los
descendientes de Cam, sino a uno solo: a Canaán.
Por eso cambió «Cam» por «Canaán». La intención
que le movió a ese cambio la explicaremos al hablar
del sentido general del texto.
18-19. La noticia genealógica empalma con la
narración del diluvio y abre el nuevo capítulo de la
historia de la humanidad: a partir de esos tres hijos
de Noé se repobló toda la tierra, en toda su extensión
y con toda la diversidad de razas. Noé y su familia
fueron los únicos supervivientes del diluvio. No vendría
a cuento mencionar aquí que «Cam fue el padre
de Canaán», si no fuera para amortiguar el choque
de los w. 25-27'.
20-21. El mismo autor J que en 4,17-22 explicaba
el origen de la construcción de ciudades, del pastoreo
nómada, de los instrumentos musicales y de la
forja de metales, cuenta el origen de la viticultura. Se
sirve aquí del dato cultural como de arranque de la
narración. El texto dice literalmente: «Comenzó Noé
hombre de la tierra y plantó una viña»; quiere decir:
«Noé, hombre dedicado a la agricultura, fue el primero
que plantó una viña» (ver 4,26; 6,1; 10,8: todos
textos J). No se dice que fuera él el primer agricultor,
sino que, siéndolo, dio un paso más y plantó una
viña. El cultivo de la tierra, primero sin sudor y después
con él, era desde siempre, según este autor, el
oficio del hombre (2,5; 3,17-19)'.
1 Nótese que el invento del vino no se atribuye a ningún dios
(Osiris, Dyonysos), sino a un puro hombre.
76 PARA COMPRENDER EL LIBRO DEL GÉNESIS
La invención del vino no es ni un pecado ni consecuencia
del pecado. J no cuenta otros inventos
culturales como malos, aunque algunos procedan de
la rama de Caín. El hombre estaba destinado a «sacar
con fatiga el alimento de la tierra» (3,17); pero, cuando
J explica en 5,29 el nombre de Noé, dice: «Éste nos
consolará de nuestros afanes y de la fatiga de nuestras
manos, por causa del suelo que maldijo Yahvé»,
en clara alusión a 3,17. En 5,29 eran unas palabras
enigmáticas; cuando se nos cuenta que Noé inventó
el vino, se comprende por qué se relaciona su nombre
con el refrigerio en la fatiga de la labranza.
No se juzga la acción de Noé: se comprende que
no tuvo culpa en emborracharse, puesto que, siendo
el primero, no conocía los efectos del vino. No
importa que según la Biblia el uso inmoderado del ,
alcohol degrade al hombre. Tampoco cabe ver una
relación entre el vino y el desenfreno sexual: aquí
uno es el que se embriaga y otro el que comete el
acto abominable. Noé no es maldito: es él el que,
como inocente que ha padecido la maldad, tiene
derecho a maldecir.
22-23. Hab 2,15 compara al ejército babilonio '
invasor con quien da de beber a su vecino hasta
embriagarlo para contemplar su desnudez. Y Lam
4,21 anuncia a Edom: «También a ti pasará la copa:
te embriagarás y_ te desnudarás». La desnudez era
una vergüenza (Éx 20,26; 2 Sm 6,20; 10,4-5). Según
el mito ugarítico «Historia de Aqht», era obligación
del hijo para con su padre «agarrarlo de la mano
cuando está bebido, llevarlo cuando está harto de
vino». No hizo así Cam. Vio a su padre desnudo, le
pareció una escena regocijante y quiso que sus hermanos
participaran del espectáculo. Pero éstos
actuaron con todo respeto hacia su padre y no quisieron
ver su desnudez.
24-25. Cuando se entera Noé, maldice a su hijo.
Hemos hablado ya de la sorprendente sustitución de
Cam por su hijo Canaán. También sorprende que,
mientras en 3,14.17; 4,11 es Yahvé el que maldice,
aquí sea el padre el que maldice al hijo. Seguramente
así lo exigía la narración; pero además significa que
la maldición del padre equivale a la maldición de
Dios y tiene su misma eficacia.