Para comprender EL LIBRO DEL GÉNESIS - 10

20.23; 24,15.24.47). Aparece como patriarca de una
familia aramea importante, que vivía en Jarán (27,43;
28,10; 29,4): la ciudad donde vivía recibe el nombre
de «la ciudad de Najor» (24,10); Labán jura por «el
Dios de Abraham y el Dios de Najor» (31,53).
26. Cuando se dice: «Era Téraj de setenta años
cuando engendró a Abram, a Najor y a Harán», la genealogía
se aparta de la rutina, mencionando a los
tres hijos de Téraj. Es que la genealogía tiene que detenerse,
porque la historia de aquellos hijos de Téraj,
o la de alguno de ellos, merece capítulo aparte.
Exactamente igual que cuando el mismo autor detiene
su genealogía de Adán para decir: «Era Noé de
500 años cuando engendró a Sem, a Cam y a Jafet»
(5,32). En la vida de Noé iba a ocurrir algo importante:
el diluvio. Aquí va a ocurrir la alianza de Dios
con un hijo de Téraj: Abraham.
Sentido. Esta genealogía tiene como finalidad
hacer la transición de la historia de los orígenes del
género humano a la historia de los patriarcas. Ese
Dios que en el nuevo amanecer de la humanidad después
del diluvio le reitera su bendición, sin distinción
de pueblos y razas, va a entablar una relación
especial con una sola de las familias de la tierra, la
de Abraham. Por eso, dejando a un lado cualquier
otra rama genealógica, el autor construye artificialmente,
con los nombres de personajes del pasado
que tiene a mano, una genealogía que conduce hasta
aquel gran patriarca.
Vocación de Abram (Gn 12,1-9)
La novedad de esta genealogía respecto de la de
Gn 5 está en que en aquélla le seguía interesando al
autor lo común humano. Aquí sigue dándolo por supuesto:
la bendición renovada de Dios afecta a todos
los descendientes de Noé (9,1); la imagen de Dios,
recordada en 9,6, beneficia y protege a todo hombre.
Pero ahora da un paso adelante, buscando, de entre
toda la humanidad tan varia y tan dispersa (cap. 10
y 11,1-9), la descendencia de una sola persona, Abraham,
de la que en adelante dependerá la suerte de la
humanidad.
Es de notar que, mientras el Yahvista retrasa la
bendición de Yahvé hasta la historia de los patriarcas
(12,1-3), P la adelanta a los comienzos de la
humanidad, tanto prediluviana como postdiluviana,
y afecta a todo hombre. Parecen posiciones contradictorias.
Pero en el fondo son complementarias.
También J muestra que Yahvé, a pesar del pecado del
hombre, le sigue atendiendo y bendiciendo, aunque
no use la palabra, pues le mantiene, por ejemplo, la
prueba más palmaria de la bendición divina: la fecundidad.
Y para él la bendición de Abraham y su
linaje tiene una función de bendición para todos los
linajes de la tierra. Por su lado, P, aunque haga extensiva
la bendición divina desde el principio a todos
los pueblos, muestra que la humanidad está necesitada
de la salvación de Dios, y que Dios tiene un
plan para salvarla, cuando de entre toda ella elige a
la familia de Abraham para entablar con ella una
relación muy especial.
"1 /^ Yahvé dijo a Abram: «Vete de tu tierra, y de tu patria, y de la casa de tu
-L ¿-4 padre, a la tierra que yo te mostraré.
Te convertiré en una nación grande y te bendeciré. Y haré grande tu nombre; y
sé tú una bendición.
Bendeciré a quienes te bendigan y a quienes te maldigan maldeciré. Y se bendecirán
por ti todos los linajes de la tierra».
Y marchó Abram, como le había dicho Yahvé, y con él marchó Lot. Tenía
Abram setenta y cinco años cuando salió de Jarán. Y tomó Abram a Saray, su mujer,
y a Lot, el hijo de su hermano, y toda la hacienda que habían logrado, y el personal
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