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Para comprender EL LIBRO DEL GÉNESIS - 10

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modo de hablar es el mismo de 45,18.20, pero no es<br />

la respuesta a la petición de los hermanos, que querían<br />

la tierra de Gosen. Pero, contradiciéndose a sí<br />

mismo, concreta, accediendo al deseo de los hermanos:<br />

«Que residan en el país de Gosen». E incluso les<br />

ofrece, a los que a juicio de José sean capaces (ver Éx<br />

18,21), el poder ascender en Egipto, siendo jefes de<br />

los pastores del Faraón. No cabe mayor actitud de<br />

favor hacia la familia de José. Mejor es admitir esas<br />

fricciones del texto, que limarlas a la fuerza.<br />

7-<strong>10</strong>. El autor sacerdotal, ya probablemente presente<br />

en los w. 5-6, introduce una nueva audiencia<br />

ante el Faraón, pero esta vez de Jacob. No se dice<br />

cuál es el motivo o la ocasión de esta nueva audiencia.<br />

A falta de otra razón, es suficiente la de que José<br />

quiere que el Faraón conozca a su padre. Diríamos<br />

que Jacob recibe el honor de estar ante el Faraón, lo<br />

que se significaría con las postraciones y reverencias<br />

de rigor. Pero, al contrario, lo único que se dice es:<br />

«Y Jacob bendijo al Faraón». Alguna vez el verbo<br />

hebreo brk puede significar un simple saludo (por<br />

ej.: 1 Sm 13,<strong>10</strong>; 2 Re 4,29); aquí no hay motivo especial<br />

para negarle su sentido más corriente de «bendecir».<br />

La bendición se repite al final de la audiencia.<br />

Jacob saluda al Faraón y se despide de él bendiciéndole.<br />

Ahora bien, «es incuestionable que el inferior<br />

recibe la bendición del superior» (Heb 7,7). Se<br />

invierten, pues, los papeles: es Jacob el que honra<br />

con su presencia y favorece con su bendición al<br />

Faraón. La escena es inverosímil, pero cargada de<br />

sentido. Aquel pobre pastor extranjero, que ha tenido<br />

que acudir a Egipto a mendigar el pan, bendice<br />

al poderoso rey. Pero el pobre pastor es el heredero<br />

de las promesas hechas a Abraham, por quien se han<br />

de bendecir todas las razas de la tierra (12,3).<br />

Se ha considerado esta bendición como de despedida<br />

de Jacob antes de morir. No parece que el<br />

escritor sacerdotal pudiera tener esa idea, ya que<br />

dice que Jacob vivió todavía en Egipto diecisiete<br />

años (47,28). Además, Jacob bendice al Faraón también<br />

al comienzo de la audiencia.<br />

8-9. El Faraón, o impresionado por el venerable<br />

semblante de aquel pastor anciano, que a sus 130<br />

años y desde su pobreza hablaba ante el Faraón con<br />

aquella seguridad, o por empezar de algún modo, le<br />

pregunta por su edad, lo que da pie a Jacob para<br />

hacer una síntesis de su vida: «Los años de mis peregrinaciones<br />

son ciento treinta años. Pocos y malos<br />

han sido los años de mi vida, y no han alcanzado a los<br />

años de vida de mis padres en el tiempo de sus peregrinaciones».<br />

El escritor sacerdotal, amigo de fechas y<br />

de números, atribuye a Jacob en ese momento 130<br />

años. El mismo autor había asignado a Isaac 180<br />

años (35,28) y a Abraham 175 (25,7), por lo que, aunque<br />

se añadan a los 130 de Jacob los 17 que vivió en<br />

Egipto (47,28), todavía se quedaba corto en relación<br />

con sus padres. Por eso puede decir paradójicamente<br />

que sus años han sido pocos. En lo de malos, se<br />

olvida de muchos momentos de alegría que se cuentan<br />

en el Génesis; pero prevalecen en su memoria los<br />

días malos, de los que nosotros también recordamos<br />

algunos especialmente trágicos. Además, la tónica<br />

general de su vida había sido de principio a fin megürim,<br />

«peregrinaciones», andanzas de acá para allá,<br />

trashumancias con los rebaños por tierra extraña.<br />

<strong>Para</strong> P esa vida trashumante era en sí una desgracia<br />

permanente, fuente de muchos sinsabores y privaciones:<br />

nunca ni Jacob ni sus padres habían tenido<br />

una propiedad territorial (salvo la propiedad sepulcral<br />

de la cueva de Macpelá: Gn 23). También por<br />

malos pueden ser considerados como pocos: la vida<br />

propiamente se mide por los momentos de felicidad,<br />

y ésos en su dilatada vida habían sido contados.<br />

47,11-12. José instala a su familia y provee a<br />

su sustento<br />

11. En el v. 6 (P) el Faraón ordenaba a José que<br />

instalara a su familia en lo mejor del país. Aquí José<br />

ejecuta la orden del Faraón. Cuando comienza<br />

diciendo: «Y José instaló a su padre y a sus hermanos»,<br />

esperaríamos que añadiera «en el país de<br />

Gosen». Pero esta tradición quiere insistir en que<br />

fueron instalados «en lo mejor de Egipto», que seguramente<br />

no sería a su juicio ese país de Gosen, por<br />

lo que sigue: «y les dio una propiedad en el país de<br />

Egipto». Aquí terminaron las trashumancias y<br />

padecimientos de Jacob y sus hijos, porque por fin<br />

poseían una tierra. Es lo contrario de lo que habían<br />

pedido los hermanos en el v. 4: «peregrinar en la tierra».<br />

Son dos mentalidades y dos lenguajes. Y «en lo<br />

PARA COMPRENDER <strong>EL</strong> <strong>LIBRO</strong> D<strong>EL</strong> <strong>GÉNESIS</strong> 285

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