Para comprender EL LIBRO DEL GÉNESIS - 10

y a mi parentela y tomarás mujer para mi hijo...!». Yo dije a mi señor: «Acaso no
quiera la mujer venir conmigo». Y él me dijo: «Yanvé, en cuya presencia he andado,
enviará su Ángel contigo, y dará éxito a tu viaje, y tomarás mujer para mi hijo
de mi parentela y de la casa de mi padre. Esta es la condición para que quedes libre
de mi juramento: si vas donde mi parentela, y no tela dan, quedarás lihre de mi juramento».
He llegado hoy a la mente y he dicho: «Yahvé, Dios de mi señor Ahraham,
si electivamente das éxito a este viaje en el que estoy, mira, aquí estoy parado junto
a la mente de agua: la doncella que salga a sacar agua, y yo le diga: "Dame de beber
un poco de agua de tu cántaro" y ella me responda: "Bebe, pero no sólo tú, voy a
sacar también para tus camellos", ésa será la mujer que Yahvé ha destinado para el
hijo de mi señor. Apenas había acabado de hablar en mi corazón, cuando he aquí
que Rebeca salía con su cántaro al hombro, bajó a la mente y sacó agua. Yo le dije:
"Dame de beber, por iavor". Ella a toda prisa bajó su cántaro del hombro y dijo:
"Bebe, y también sacaré para tus camellos". Bebí, y ella sacó también para los camellos.
Yo le pregunté: "¿De quién eres hija?". Me respondió: "Soy hija de Betuel, el
hijo que Milfcá dio a Najor". Entonces puse el anillo en su nariz, y los brazaletes en
sus brazos. Me incliné y me postré ante Yahvé, y bendije a Yahvé, el Dios de mi
señor Abraham, que me había puesto en el camino verdadero para tomar a la hija
del hermano de mi señor para su hijo. Ahora, pues, si queréis mostrar íavor y lealtad
a mi señor, decídmelo; y si no, decídmelo, y yo tiraré por la derecha o por la
izquierda».
Respondió Labán (y Betuel) diciendo: «De Yahvé ha salido este plan. Nosotros
no podemos decirte ni mal ni bien. 51 Ah í tienes delante a Rebeca: tómala y vete, y
sea ella mujer del hijo de tu señor, como ha dicho Yahvé».
En cuanto el siervo de Abraham oyó las palabras de ellos, se postró en tierra
ante Yahvé. Y sacó el siervo objetos de plata y objetos de oro y vestidos, y se los dio
a Rebeca. También hizo regalos para su hermano y para su madre. Y comieron y
bebieron, él y los hombres que le acompañaban, y pasaron la noche. Por la mañana
se levantaron, y él dijo: «Permitidme marchar donde mi señor». Dijeron el hermano
y la madre: «Que se quede la chica con nosotros unos días, diez días, y luego se irá».
El les dijo: «No me detengáis, puesto que Yahvé ha dado éxito a mi viaje. Dejadme
marchar e iré donde mi señor». Ellos dijeron: «Llamemos a la joven y preguntémosle
su opinión». Llamaron a Rebeca, y le dijeron: «¿Quieres irte con este hombre?».
Respondió ella: «Me voy». Entonces despidieron a su hermana Rebeca y a su
nodriza, y al siervo de Abraham y a sus hombres. Y bendijeron a Rebeca, y le dijeron:
«i ohh ermana nuestra, que te conviertas en millares de miríadas, y posea tu descendencia
la puerta de sus enemigos!».
Se levantó Rebeca con sus doncellas y montaron en los camellos, y siguieron
al hombre. El siervo tomó a Rebeca y se me.
Isaac había marchado del desierto del pozo de Lajay Roí, y habitaba en el país
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