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LA FASCINACION DEL MAL

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La fascinación del mal: Historia de vida de un Shamán Secoya / 101<br />

Ellas existen en todo el cuerpo, hasta en los ojos y en las manos, se las<br />

dan [al shamán] el sol y otros watí que existen en el cielo. Así me llegaron<br />

estas chontas, y viven dentro del cuerpo. Cuando uno toma yajé y<br />

ve visiones, uno está sentado y los niños andan corriendo, entonces,<br />

cuando uno ya tiene las chontas, no los tiene que mirar. Hay que estar<br />

agachado, mirando para abajo. Uno tiene chontas en el cuerpo, tiene<br />

como cerbatanas, por eso no hay que mirar a la gente, por ejemplo<br />

cuando llegan a sus casas, y arrojan al suelo la leña que han recogido.<br />

Uno se comporta como un tímido, debe darse la vuelta rápido. No debe<br />

mirar porque en ese momento en seguida sale la chonta y mata a la<br />

persona, por eso no hay que darse vuelta para mirarla.<br />

Mi abuelo tenía bastantes chontas, era muy peligroso. Cuando<br />

veía venir a una persona él se iba nomás. La mujer de él le decía:<br />

- Venga a comer -<br />

El salía afuera, se lavaba las manos y se sentaba, pero no miraba<br />

a su mujer sino solamente al plato de comida. [Una vez], cuando él<br />

estaba mirando la comida, se le salía una chonta por sí misma. Un<br />

kuraka que estaba allí sentado, le dijo:<br />

- Cuidado! - Porque él sí veía [la flecha]. Su mujer se había dado vuelta<br />

a ver, pero no veía nada. Entonces el esposo decía:<br />

- Ya no vale comer esto - y lo arrojó. Y el otro kuraka le decía:<br />

- No coma, esa comida ya no sirve - […]<br />

* Sí, había también mujeres kuraka, ellas sabían tomar yajé y llamar<br />

a los puercos para que vengan a las casas. Yo conocí a mi abuela,<br />

que era kuraka, y su mamá también. Ya no existen porque [las mujeres]<br />

no toman yajé. Las mujeres veían lo mismo, tenían el mismo poder que<br />

los hombres […], veían visiones y se convertían en watí, en tigres, todo<br />

hacían las mujeres. Mi abuela tenía un vestido de hombre, blanco. Se lo<br />

ponía para tomar yajé, con collares y bien pintada. Como sabían tomar<br />

toda la noche, al amanecer sabía hacer sonar las alas de esas aves que<br />

andan por el cielo, wakará, será, esas que tienen la cola bien hechita<br />

[aguilucho y garza]. Mi hermana era igual, porque mi papá le había<br />

dado de tomar, así que ella veía las visiones y era kuraka. Ella misma iba

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