LA FASCINACION DEL MAL
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La fascinación del mal: Historia de vida de un Shamán Secoya / 143<br />
tán. Ha llegado a la casa del misionero y ordenó [al quichua]:<br />
- Usted no tiene que aserrar más, arregle esta escalera -<br />
Y al otro día le dijo:<br />
- Ahora tiene que irse, junte sus cosas -<br />
El juntó sus cosas, y se largó. A otra persona dejó para que aserrara,<br />
una buena persona.<br />
Cuando estaban aserrando, el misionero me preguntó:<br />
- ¿Usted tiene madera, cedro? -<br />
- Sí, tengo -<br />
Era en la orilla del Cuyabeno, lo llevé allí y tumbamos. […]<br />
Habíamos trozado [el tronco] como en siete trozos, y luego los botamos<br />
al río y los amarramos. [Sentados] encima de esos troncos habíamos<br />
bajado [por el agua] hasta el puerto, y al otro día los subimos.<br />
Al día siguiente lo llevé a cortar otro cedro, y de ese habíamos<br />
hecho cinco trozos nomás, y luego los botamos al río y trajimos. Y<br />
luego a otro, al Victoriano, [el misionero] decía:<br />
- ¿Usted tiene cedro? -<br />
El tenía un poco, pequeño, y le dio eso, y él mismo lo trajo.<br />
Como yo le había dado dos cedros, me pagó ochocientod sucres, a<br />
otros le había pagado cuatrocientos nomás. Y luego dijo:<br />
- Si no me alcanza voy a comprar más cedro - * Para construir su casa,<br />
de dos pisos.<br />
Después de hacer eso, cuando ya terminaron de aserrar, el misionero<br />
mismo hizo todos los cuartos, y terminó, pero necesitaba otra<br />
casa más, para los visitantes. Entonces me preguntó:<br />
- ¿No tiene [madera] para hacer pilares? -<br />
- Sí, sí tengo -