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LA FASCINACION DEL MAL

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La fascinación del mal: Historia de vida de un Shamán Secoya / 111<br />

vertido. Cuando se convierte en danta, el kuraka come las hojas que<br />

come la danta, aunque no había ahí esas hojas, wekë kajó. Y cuando la<br />

danta come esas hojas, hace caer las semillas, y los que están allí las<br />

recogen y se las entregan al día siguiente al kuraka para que las siembre.<br />

Así es cuando el kuraka se convierte en danta.<br />

* Es lo mismo [la canción de Repáo, igual que la de Wenkiyó, es<br />

secreta]. 27 La creencia es que si hablamos de las canciones de los Wiñáo<br />

wai, de algunos watí, es muy peligroso. Si los nombramos con esas frases,<br />

ellos escuchan y pueden salir. […] * Es posible cantar cuando la<br />

gente toma yajé. 28 * Si son las personas que ya conocen a los Wiñáo<br />

wai, algo de las visiones, pueden ver y aprender. Pero si una persona se<br />

interesa solamente para escuchar esas frases, aunque tome yajé, ahí<br />

todavía es más peligroso, porque pueden venir los watí. Sí puedo explicar<br />

algunas canciones cortitas. * No me siento obligado, puedo cantar<br />

algunas canciones cortitas.<br />

* Las flautas de hueso de sërá no eran hechas por los kuraka, sino<br />

traídas por los wiñáo wai. Las cogían los que tomaban poco y no se<br />

embriagaban demasiado, ellos cogían los instrumentos que [los wiñáo<br />

wái] tocaban. Eso tocaban, y los kuraka cogían los instrumentos, y quedaban<br />

en la tierra. Para eso, para conseguir los instrumentos, tomábamos<br />

diez noches seguidas, viendo no solamente a los Wiñáo wái, sino<br />

a los watí. Ver en el interior del agua, viendo todo, durante diez noches.<br />

Solamente aguantaban los kuraka más avanzados, los más profesionales,<br />

solamente ellos aguantaban durante diez noches.<br />

Los que no eran tan avanzados mentían, traían las flautas, esas<br />

que conocemos nosotros [las flautas de fabricación humana], las traían<br />

escondidas. Y después de tomar, a eso de la medianoche, salían afuera<br />

y soplaban como si soplaran los instrumentos del cielo. Era un engaño<br />

nomás, éso es muy malo.<br />

Para que no hiciera así, mi papá me aconsejaba, y me contó lo<br />

que pasó hace tiempo. Había un kuraka - uno que engañaba - que<br />

decía:<br />

- Yo tomo yajé y veo las visiones -

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