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LA FASCINACION DEL MAL

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La fascinación del mal: Historia de vida de un Shamán Secoya / 227<br />

gué allí por primera vez, los secoya se preguntaban ansiosos acerca del<br />

destino postmortal de los fallecidos que habían sido enterrados dentro<br />

de un ataúd. ¿Habrían podido liberarse de su prisión? ¿Habrían sido<br />

capaces de sacudir las asfixiantes masas de tierra que los aplastaban e<br />

iniciar el viaje?<br />

Aunque Fernando nunca perdía su tranquila dignidad, esta<br />

posibilidad le preocupaba de modo tal, que en varias ocasiones se refirió<br />

a la necesidad de que lo enterraran según las costumbres tradicionales.<br />

En unas conversaciones con algunos de sus jóvenes parientes,<br />

comentó:<br />

“A mi hija le estoy repitiendo constantemente que guarde bien esa<br />

antigua costumbre: de ninguna manera me han de clavar dentro de un<br />

ataúd […] Le recomiendo a mi hija que me entierren así, en la hamaca,<br />

según nuestra costumbre, nunca clavado con unas tablas, porque yo<br />

ciertamente me levantaré para irme. Nunca pienso que mi cuerpo vaya<br />

a quedarse aquí en la tierra; creo que me alzaré, pues yo ví el cielo, gocé<br />

de esa experiencia y pienso ir allí” (Payaguaje 1990: 117).<br />

Su familia cumplió el deseo de Fernando: se colocaron sus pertenencias<br />

dentro de la tumba y se lo enterró con su collar de colmillos<br />

de jaguar y su “corona” (máro) de plumas, los mismos que se ven en<br />

una de las fotos que acompañan este trabajo. La cámara sepulcral fue<br />

cavada del modo tradicional, pero con la diferencia que no se hizo en<br />

el piso de la casa, sino en un lugar a unos pocos minutos de camino. En<br />

un aspecto su tumba se aparta de un modo eclatante de las costumbres<br />

tradicionales secoya y de la mayoría de las culturas de las tierras bajas.<br />

En vez de permitir que la vegetación tropical la devore y la vuelva irreconocible<br />

- una irreconocibilidad que es buscada ex profeso -, ha sido<br />

provista de un techo de zinc. Alrededor de ella, sus familiares plantaron<br />

arbustos ornamentales y la ausencia de toda hierba demuestra el<br />

cuidado que se le brinda. Sobre la chapa se escribió con pintura su<br />

nombre y la fecha de su deceso. Este intento de mantener vivo el<br />

recuerdo de un muerto es una innovación, como también lo fue el que<br />

su hija me haya pedido una foto de su padre para conservar, ya que tradicionalmente<br />

contemplar el retrato de un muerto causa desazón y<br />

miedo.

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