LA FASCINACION DEL MAL
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La fascinación del mal: Historia de vida de un Shamán Secoya / 29<br />
males a fin de que los enviaran a la tierra para ser cazados. Con el<br />
mismo fin, visita a Okomé, el jefe de los peces y animales acuáticos, en<br />
la profundidad del río, y convoca a los animales y a los seres míticos<br />
durante las sesiones rituales de uso de alucinógenos.<br />
El shamán tiene además la capacidad de transformarse en ciertos<br />
animales; por lo general, en jaguar, en tapir o en pecarí. Mientras<br />
que las dos últimas se realizan durante la sesión de alucinógenos, la<br />
transformación en jaguar no se da jamás en el marco de las sesiones<br />
rituales. Ya que, como veremos, Fernando concibe que la finalidad de<br />
la transformación en jaguar es vengarse de los enemigos, su realización<br />
en el seno de la comunidad sería un hecho antisocial (véase a este respecto<br />
Cipolletti 2007).<br />
¿Cómo puede explicarse a quien no ha vivido nunca estos procesos<br />
cómo se entiende esta transformación? Fernando la comparó con<br />
ponerse un vestido o como envolverse en una manta. En un intento por<br />
describir aquello que en realidad es inefable, afirmó que transformarse<br />
es que “viene algo por el interior del cuerpo”. La concepción secoya<br />
de la transformación difiere de la mayoría de los relatos similares de la<br />
licantropía europea. En éstos, si se hiere al animal por ej. en una pata<br />
delantera, al convertirse nuevamente en ser humano, tendrá la mano<br />
herida; si se lo hiere en una pata trasera, será el pie herido de la persona<br />
el que lo delate 10 (véase Summers 1933). Mi pregunta, si con el shamán<br />
sucede algo similar, es decir, si una herida que se le ha infligido se<br />
ve posteriormente en la persona, le hizo a Fernando mucha gracia (y la<br />
clasificó posiblemente como una de mis preguntas absurdas): la herida<br />
no se ve, pero a la persona le duele la mano y, como ilustración, me<br />
contó un suceso del cual fue protagonista (véase capítulo III).<br />
Vickers (1976) fue el primero en señalar algunas diferencias en<br />
los mundos shamánicos individuales secoya y siona que se articulan,<br />
sin embargo, sobre una matriz generalizada. Las informaciones más<br />
amplias provenientes de otro shamán secoya fueron recogidas por la<br />
cineasta Lisa Faessler, en los trabajos previos a su magnífica documental<br />
“El último botín”, filmada a mediados de los años 80 en una aldea<br />
cercana a San Pablo. Los textos fueron transcriptos por Moya (1992). 11<br />
Se trata de Alberto Piaguaje, un pariente lejano de Fernando. Sugestivo