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LA FASCINACION DEL MAL

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La fascinación del mal: Historia de vida de un Shamán Secoya / 133<br />

Así que nos vinimos. Llegamos a una casa de quichuas y nos<br />

quedamos a dormir ahí. Al día siguiente lo mismo, hemos llegado a<br />

una parte en que el viento había derrumbado los árboles, ahí nos quedamos<br />

a dormir. Eran muchos los árboles caídos, de cuando había<br />

tomado yajé. 29 [En una extensión] muy grande, como de aquí al Eno,<br />

[3/4 de hora en canoa a motor], estaban caídos encima del Wajoyá.<br />

Como ya había pasado bastante tiempo y estaban podridos, veníamos<br />

por debajo nomás. Pasando esos árboles caídos nos hemos quedado a<br />

dormir. […] Al otro día, como a las 5 de la mañana había bajado una<br />

danta por el agua. La maté, era bien mantecosa. Pero no podíamos ahumarla,<br />

ni teníamos como llevarla, así que la dejamos ahí para que se<br />

pudriera. La maté y la dejamos podrir. No había cómo cargarla en la<br />

canoa.<br />

Muy tarde llegamos a una parte donde encontramos abejas,<br />

entonces prendimos un fogón y quemamos [la colmena] para chupar<br />

la miel. Mientras hacíamos esto anocheció, así que nos quedamos a<br />

dormir. Al día siguiente hemos subido más arriba, y llegamos a una<br />

parte más pequeña de esa quebrada y empezamos a subir. Como la<br />

canoa era grande, no podía doblar en las curvas, se quedaba nomás.<br />

Entonces nos volvimos y quedamos allí. Hemos hecho un tambito<br />

pequeño, y como yo ya conocía, pasé hasta Guepí, donde podía haber<br />

un camino grande. Me fuí por la montaña 30 para encontrar ese camino.<br />

Y como a unos trescientos metros lo he encontrado, estaba bien<br />

crecido, [por él] no andaba nadie. Y luego he visto un camino pequeño,<br />

y he regresado. Le conté al que me había ido a buscar que era cerquita,<br />

y él dijo:<br />

- Vamos a ir a dejar las cosas -<br />

Fuimos y dejamos todo en ese camino. Regresamos, dormimos<br />

allí, sólo teníamos hamacas. Al día siguiente botamos las ollas, y dejamos<br />

los remos al lado de un árbol. Luego seguimos a pie. Ibamos cargados,<br />

porque llevábamos bastantes cosas. Ibamos por el camino<br />

grande, yo tenía que caminar un poco, dejar las cosas más allá, regresar,<br />

volver a traer de nuevo otras cosas, así. Como mi hija [Maruja] era<br />

muy pequeña, la tenía que llevar en brazos. Así llegamos hasta<br />

Takayaripá. […] Allí hemos dormido. Hemos ido a dormir como a las

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