LA FASCINACION DEL MAL
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La fascinación del mal: Historia de vida de un Shamán Secoya / 129<br />
- Si se termina el casave o los plátanos, no regreses a la casa. Come poco<br />
a poco, no todo de una vez. Dentro de un mes yo iré a llevarte comida -<br />
Y así, después de un mes que él estaba trabajando, me fuí a llevarle<br />
casaves y plátanos. * Claro, abandonaba el trabajo cuando se le<br />
acababa la comida. Del segundo trabajo no volvió porque yo se lo exigí.<br />
Caminé dos días para llegar, estuve allí un día, y al día siguiente regresé.<br />
Y cuando terminó el trabajo, mi hermano recibió una carabina, porque<br />
había cumplido bien.<br />
Antes de irme al trabajo había tumbado para hacer una chacra,<br />
y mi mamá y mi abuela estaban en la casa, y habían sembrado yuca y<br />
maíz. Cuando regresé del trabajo ya estaba el maíz listo para cosechar.<br />
Había estado cuatro meses trabajando. Luego empecé a trabajar<br />
haciendo maizales, plataneras, potreros. Todo esto trabajé en el verano,<br />
y no podíamos salir de cacería porque estábamos trabajando.<br />
Ese patrón era muy estúpido. * Sí, Mauricio. 23 A la gente los<br />
tenía como esclavos, trabajábamos todos los días, molíamos arroz,<br />
sembrábamos arroz, limpiábamos yucales, plataneras, maizales, de<br />
todo hacíamos. Y cuando terminábamos el trabajo nos daba sólo un<br />
vestido. Ya éramos como esclavos, sólo el domingo descansábamos. Y<br />
no podíamos salir a pescar para los hijos, teníamos hambre. Y yo estaba<br />
cansado de eso, y después me vine para acá.<br />
Cuando estaba trabajando así, uno de esos militares, un capitán,<br />
me decía que me fuera:<br />
- El [Mauricio] les está robando mucho a ustedes. En el Ecuador<br />
pueden vivir más tranquilos. […] -<br />
Al poco tiempo había llegado allí uno que ya ha muerto, y que<br />
vivía aquí, el padre de Luis. Entonces han venido con él el Cesáreo, el<br />
Cecilio, mi mamá y mi hermano. Yo me he quedado allá mismo.<br />
Y me invitaron a tomar yajé en una casa, allí había otros invitados.<br />
Bajamos con canoa por el río Wajoyá. [El dueño de casa] tenía dos<br />
ollas grandes, que habían cocinado, y me invitaron. Era un pariente<br />
mío, él estaba a un lado, acostado en la hamaca, también era kuraka. El<br />
me invitó. Habíamos acabado una olla y empezado la segunda. Cuando