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LA FASCINACION DEL MAL

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La fascinación del mal: Historia de vida de un Shamán Secoya / 37<br />

tienen nada de chistoso (Nordenskiöld 1924: 280), lamentablemente<br />

sin dar más informaciones.<br />

En las sociedades del Chaco argentino, boliviano y paraguayo,<br />

existen numerosos relatos de tema sexual, que provocan estruendosas<br />

carcajadas en el auditorio (Chase-Sardi, Siffredi y Cordeu 1992). Entre<br />

los secoya no existen prácticamente relatos de tema sexual; uno de ellos<br />

es el de la mujer que se sentaba en el suelo y tenía relaciones con un<br />

pene de tapir (danta); el otro, el de un watí de largo pene, con el cual<br />

removía la chicha. Ninguno de los dos relatos son vistos como especialmente<br />

chistosos.<br />

Existe otro tipo de humor que se expresa en relatos que, a falta<br />

de una expresión mejor, llamaré “pedagógicos”, dado que su función<br />

expresa es enseñar la conducta apropiada a los jóvenes esposas y esposos.<br />

Algunos se refieren a esposas y esposos jóvenes que entran en conflicto<br />

con sus suegros por no saber procesar la yuca, ser malos cazadores,<br />

lo que conduce a que su pareja lo abandone. Estos relatos se fundan<br />

en un mensaje confuso, en equivocaciones que surgen del campo<br />

de la linguística, en la mala intelección de una orden, etc. A veces, la<br />

“culpa” reside en ceñirse estrictamente a lo que se dice literalmente, sin<br />

reflexionar que el mensaje dado es absurdo (por ej., se entiende “golpear”<br />

en vez de “rallar” la yuca, lo que lleva a la joven esposa a golpear<br />

los tubérculos, destruyéndolos). La mala intelección de la orden y el<br />

final infeliz del joven o la joven ingenuos provoca hilarantes risas en<br />

los presentes. La pedagogía secoya puede compararse en este caso a la<br />

pedagogía zen, pues enseña por el absurdo, y transmite una lección a<br />

través de la paradoja, al mismo tiempo que se burla de los tontos.<br />

Aunque Fernando me contó, a mi pedido, varios de estos relatos (que<br />

yo había escuchado de una mujer joven), no le interesaban demasiado,<br />

ya que se referían a una problemática para él extraña (Cipolletti 1988a:<br />

228-231, 235 ss.). 17<br />

Algunos secoya tienen fama de chistosos, pues ven en cada situación<br />

su aspecto jocoso y, aunque hablen muy poco castellano, pueden<br />

hacer chistes en este idioma. En una oportunidad se había roto un<br />

motor fuera de borda, lo cual preocupaba al grupo de hombres reunidos<br />

alrededor del mismo: además del precio elevado del motor, los

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