LA FASCINACION DEL MAL
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178 / María Susana Cipolletti y Fernando Payaguaje<br />
tigres se fueron. La gente que estaba en el techo de la casa siguieron ahí<br />
hasta que amaneció. No quisieron bajar antes.<br />
Al día siguiente me fui con otras personas al monte, por donde<br />
habían andado los tigres. Yo dije:<br />
- Por acá atrás hay morete bien maduro -<br />
Pero un hombre tenía miedo de ir a recoger, porque pensaba que<br />
por ahí andaban los tigres. Yo le expliqué:<br />
- Ya no hay tigres. Ya se fueron hacia adentro, hacia Siekoyá -<br />
- Igual yo voy a esperar aquí en la hamaca -<br />
Así que me fui solito a recoger moretes, como desde acá al otro<br />
lado del río [unos 300 metros] me fui a tumbar, y volví con muchos<br />
moretes maduros.<br />
Después cocinamos los moretes, mejor dicho los calentamos un<br />
poco para que se ablandaran. Y luego hemos comenzado a limpiar el<br />
camino. Tumbamos los árboles y llegamos hasta una parte donde unos<br />
mestizos estaban limpiando, y seguimos hasta Angusilla. Y luego como<br />
ya terminamos de trabajar, comenzamos a regresar [a las casas]. El primer<br />
día quedamos [a dormir] como en la mitad del camino. Al día<br />
siguiente llegamos a un destacamento militar, y nos hemos quedado<br />
hablando con el empleado. Nos quedamos una noche más. Y como<br />
había luna llena, y brillaba, volvimos [de noche] por el camino grande.<br />
Otro grupo ha pasado también. Después salimos con otras personas, y<br />
llegamos hasta un lugar que se llama Lobos, kwajá’yáo.<br />
Luego llegamos al puesto de unos militares, y al llegar, nos<br />
decían:<br />
- Hola, paisanos -<br />
Y nos invitaron a entrar. Esa noche quedamos [allí] a descansar,<br />
y al amanecer seguimos viaje, caminando. Y llegamos casi hasta<br />
Pantoja. De allí salía un camino que iba hasta las casas, y así hemos llegado.<br />
Yo tenía mi tambo por allí cerca, así que me quedé, pero otros<br />
decían: