LA FASCINACION DEL MAL
LA FASCINACION DEL MAL
LA FASCINACION DEL MAL
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
La fascinación del mal: Historia de vida de un Shamán Secoya / 141<br />
que era un avión de los gringos. Dio la vuelta y había ido por la laguna<br />
de Cuyabeno.<br />
A los pocos días bajó una persona hasta mi casa, para decirme<br />
que había venido un misionero para estar con nosotros, y había pedido<br />
que la gente se reuniera. Entonces me fuí con él, porque había terminado<br />
de sembrar, maíz y yuca. El [el misionero] bajó en un avión<br />
que va sobre el agua, y estaba en la casa de unos sionas cuando yo llegué.<br />
El no podía conversar bien, no podía pronunciar el castellano. La<br />
señora, como era mejicana, sabía [hablar] muy bien. Entonces dijo:<br />
- He venido a vivir con ustedes y a aprender el idioma secoya -<br />
Cuando la gente ya lo aceptó, [el misionero] estaba en la casa de<br />
un pariente mío, ahí vivía. Luego dijo que le hicieran una casita pequeña<br />
para él, para vivir. Cuando ya estaba viviendo allí, dijo:<br />
- Voy a buscar un sitio para que hagamos la pista [de aterrizaje] -<br />
Entonces ordenó a la gente que hicieran una pista. La gente<br />
comenzó a hacer la pista, limpiaron y luego tumbaron y sacaron los<br />
troncos, dejaron bien limpio. Cuando ya faltaba poco para terminar,<br />
otras personas que vivían en la laguna [Cuyabeno] vinieron a ayudar.<br />
Por allá arriba había llegado un avión, pero no había aterrizado, sino<br />
que por arriba había pasado. Y luego había dejado [caer] una noticia y<br />
se había ido.<br />
El mismo [el misionero] indicaba cómo hacer con los troncos, e<br />
indicaba que pasaran [hiciéramos rodar] troncos bien pesados, para<br />
que quede dura la tierra. Entonces hacíamos rodar esos troncos así,<br />
[por] toda la pista. El había dicho que quiere que llueva, para que<br />
aplaste la tierra. Y luego había aterrizado la avioneta. 38 Cuando terminamos<br />
de hacer la pista, él comenzó a pagar. Le pagaba a cada persona<br />
diez mil sucres. Las mujeres también trabajaron, limpiando, botando<br />
las raíces. A ellas también les pagó. 39 Con esa plata me compré una<br />
escopeta, vestido y falda para mi hija. Me lo gasté. Y un lienzo grande<br />
para hacer vestido compré.<br />
Luego de eso, cuando ya terminamos, él [el misionero] decía