LA FASCINACION DEL MAL
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La fascinación del mal: Historia de vida de un Shamán Secoya / 195<br />
Ella estaba asustada, y [Repáo] le dijo:<br />
- Cuidado con comer de eso -<br />
Luego la envió a regar unas plantitas, y le ordenó:<br />
- Las ollas están con la boca para acá, déles vuelta y póngalas mirando<br />
a la casa-<br />
Porque esas ollas no eran ollas de verdad, solamente se veían<br />
como olla. No eran ollas: eran añá pëkë muy grandes. Y la planta no era<br />
una planta, sino que las hojas eran pescados. Esa planta no era una<br />
planta, sino que es un río. Y las hojas eran pescados. Para que coman<br />
esos pescados fue a regar los maíces.<br />
Y a la noche se oía que comían los pescados, como si fuera en un<br />
río. Sonaba igual que cuando los peces comen en el agua. Con un<br />
poquito de maíz que Repáo había molido hizo chicha. Y con otro<br />
poquito había hecho casave.<br />
Así vivían. Y entonces esa mujer hacía igual que Repáo, porque<br />
ya había aprendido. Cogía las hojas más grandes y las cortaba como se<br />
corta a los pescados. Ponía en la olla las hojas, las cocinaba, y cuando<br />
las sacaba del fuego, eran pescados, sábalos. Así vivían allí.<br />
Un día se habían quedado sin comer. Entonces el hijo [de la visitante],<br />
que era una persona como nosotros, y que había llevado a su<br />
madre hasta ahí, le decía a su madre [susurrando]:<br />
- Vamos a cortar esas hojas. Ya vimos cómo se hace -<br />
Y Repáo preguntó:<br />
- ¿Qué está diciendo? -<br />
La mamá respondió:<br />
- Está diciendo que tiene mucho sueño -<br />
El muchacho se fue despacio a buscar las hojas para cocinarlas.<br />
Y entonces las hojas comenzaron a gritar: