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LA FASCINACION DEL MAL

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La fascinación del mal: Historia de vida de un Shamán Secoya / 75<br />

Cuando llegó a su casa, el hombre desenvolvió la hamaca que llevaba<br />

y la amarró a los postes, para acostarse. Entonces llegó el grupo de<br />

hombres para matarlo. Al llegar le dispararon enseguida aquí [encima<br />

de la boca]. La bala le traspasó la cabeza y él cayó al suelo. Estaba a<br />

punto de morirse pero respiraba. Antes de retirarse dijeron [a los<br />

demás familiares]:<br />

- Sigan viviendo, ya no queremos tener problemas -<br />

Mientras regresaban a sus casas, oyeron que la familia de él cogía<br />

las escopetas y disparaban al aire, y al oir eso, dijeron:<br />

- Están disparando para llorar a esa persona - y se fueron a sus casas.<br />

Cuando se fueron, ése que habían asesinado, como era brujo,<br />

había resucitado otra vez, porque ya era watí. Cuando resucitó vio que<br />

no había nadie, pues su familia se había ido a otra casa, para dormir<br />

allí. Y el que estaba solito, ya muerto, resucitó y vio que no había nadie<br />

y se fue por el camino. Ya era de noche. Llegó donde estaba su mujer y<br />

le habló - pero no claramente, porque la lengua estaba cortada [por la<br />

bala]. Le dieron una hamaca para que se acostara y durmiera, y cuando<br />

amaneció dice que estaba bastante hinchado. Entonces [sus familiares]<br />

no querían que él viviera, herido, así que mandaron a algunos a<br />

avisar [a los asesinos]:<br />

- Que los mismos que le dispararon, que vengan a matarlo otra vez,<br />

para que muera -<br />

Ese hombre herido se volvió después a la casa de él, donde le<br />

habían disparado. Ahí fueron otra vez para matarlo. Cuando llegaron<br />

le dispararon aquí [en la cabeza]. Cuando se cayó boca abajo, le cortaron<br />

el cuello con un machete. 14 Apenas dejaron unos dos centímetros<br />

de hueso. Ahí ya murió definitivamente.<br />

Después regresaron a sus casas, y un señor blanco, que era como<br />

un patrón de los secoya, se enteró de todo. El dio parte a las Fuerzas<br />

Armadas del Perú. Al oir esto, las Fuerzas Armadas encarcelaron a dos<br />

personas: al que había matado y a su hijo, que lo había ayudado. Al hijo<br />

no lo amarraron demasiado fuerte, pues el capitán había dicho:

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