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LA FASCINACION DEL MAL

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200 / María Susana Cipolletti y Fernando Payaguaje<br />

como los que tienen el rabo de nutria, los jekopë yái. Hay otros tigres<br />

que tienen el rabo arqueado, son los jekosusiyái. * [Viven] en la tierra.<br />

Después se llega a los tigres que existen, que uno puede ver ahora. A<br />

ésos también uno los conoce cuando está borracho, en las visiones.<br />

También hay un tigre que le llaman jetéjukiyái. Ese tigre pone las<br />

patas delanteras ahí donde antes había puesto las patas traseras, y camina<br />

como haciendo un arco grande. El caminar de ese tigre es como estirándose.<br />

Por eso se lo llama jetéjukiyái, porque su espalda se le hace<br />

como un arco (= jeté).<br />

Hay otro tigre que se llama yaijereyóyái. El estómago es grande<br />

como una pierna, y lo tiene en el lomo. Cuando se come a una persona,<br />

el estómago está muy grande. Pero cuando digiere lo que ha comido,<br />

queda así finito. * Sí [se junta el estómago con la espalda].<br />

También hay una clase de tigre que se llama masiokóyái. El cuello<br />

y la cabeza son rojos. Tienen esta altura [aproximadamente 1 metro<br />

y medio], y es muy largo. Estos tigres son los que comen a la gente, son<br />

muy peligrosos. 16<br />

A mi hermana le pasó algo con ese tigre: había ido con su hijo<br />

por Pañayacu, hacia adentro, de cacería. Y era el tiempo de los chorongos,<br />

tiempo de la manteca, como ahora. 17 Ya había cazado y estaba<br />

regresando, y por la tarde, al regresar, por la mitad del camino han<br />

encontrado otra manada de monos. El hijo comenzó a matarlos, y la<br />

mamá comenzó a oir gritar a los tigres. Ella sabía que eran esos tigres,<br />

los masiokoyái, ¿no es cierto? Porque yo ya le había contado como gritan<br />

esos tigres.<br />

Dejaron de cazar chorongos y ella estaba quieta, mirando de<br />

dónde venían los tigres. El hijo ya había corrido hacia la casa, y su<br />

mamá se había escondido dentro de un tronco caído, mirando para el<br />

lado del camino. Por allacito han salido unos tigres, con el pelo de la<br />

cabeza bien rojo. Luego empezaron a oler - eran cuatro - y daban la<br />

vuelta, tratando de encontrar de dónde venía el olor de gente. Y donde<br />

estaba mi hermana fueron a oler. Luego se fueron hacia el Napo. Se oía<br />

a lo lejos como se iban rugiendo. Ella en seguida regresó a su casa, porque<br />

ya no había más peligro.

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