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Concepciones del maestro sobre la ética

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compasión y solidaridad política algunas de sus raíces de fundamento<br />

(Suárez, 2008). Esto igualmente se evidencia en el siguiente criterio:<br />

cuando Schopenhauer hab<strong>la</strong> <strong>del</strong> “otro”, en tanto motor de <strong>la</strong> acción moral,<br />

se podría afirmar que existe una crítica no sólo a <strong>la</strong> moral de <strong>la</strong><br />

tradición kantiana, sino que también esboza una crítica a <strong>la</strong> idea de<br />

naturaleza humana que subyace a <strong>la</strong> teoría de justicia cuando se concibe<br />

a los seres humanos como individuos ais<strong>la</strong>dos, desconociendo que son<br />

profundamente sociales y tal condición no sólo <strong>la</strong> define el concepto de<br />

justicia. Lo anterior es una crítica a <strong>la</strong> tradición, por cuanto en ésta se<br />

excluyen los intereses de personas reconocidas en <strong>la</strong>s sociedades contemporáneas<br />

de tradición comunitarista: niños, discapacitados, ancianos y,<br />

en determinadas ocasiones, mujeres (Hoyos, 2008, p. 3).<br />

Referentes teóricos<br />

Cuando Carol Gilligan (1985) p<strong>la</strong>ntea el debate alrededor <strong>del</strong> feminismo,<br />

<strong>la</strong> teoría moral ha iniciado un recorrido intelectual que no ha<br />

culminado. Son todavía –hoy– muchos los autores que proponen un<br />

análisis exhaustivo de <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones que guardan entre sí <strong>la</strong>s diferencias<br />

naturales específicas y <strong>la</strong>s conductas y habilidades de los distintos géneros<br />

o, mejor, los contrastes entre un pensamiento moral femenino y un<br />

pensamiento moral masculino.<br />

A partir de los trabajos de Gilligan se inicia <strong>la</strong> discusión <strong>sobre</strong> <strong>la</strong> existencia<br />

de una <strong>ética</strong> de lo público y una <strong>ética</strong> para lo familiar referenciada<br />

como <strong>ética</strong> <strong>del</strong> cuidado. Siendo Gilligan alumna de Lawrence Kohlberg<br />

desarrolló los dilemas esbozados por su <strong>maestro</strong>, pero haciendo énfasis<br />

en <strong>la</strong>s maneras de argumentación que hacían <strong>la</strong>s mujeres frente a los<br />

casos propuestos. Partiendo de lo anterior, Gilligan encontró en su estudio<br />

que mientras los niños asumen con mayor facilidad <strong>la</strong> atención de<br />

reg<strong>la</strong>s o principios, <strong>la</strong>s niñas ponen mayor atención a <strong>la</strong>s condiciones y<br />

necesidades <strong>del</strong> contexto; asimismo, aquellos se interesan por <strong>la</strong> justicia,<br />

en abstracto, y estas por <strong>la</strong> atención cuidadosa <strong>del</strong> otro, de sus necesidades.<br />

Razón por <strong>la</strong> cual Gilligan apunta a <strong>la</strong> consideración de que <strong>la</strong>s<br />

mujeres razonan con una voz diferente. En ese orden de ideas, esta voz<br />

que propone Gilligan sería <strong>la</strong> “voz <strong>del</strong> cuidado, mientras que <strong>la</strong> voz<br />

masculina es <strong>la</strong> de <strong>la</strong> justicia”. En otras pa<strong>la</strong>bras, cuando se estudia <strong>la</strong><br />

asignación de roles de género a lo <strong>la</strong>rgo de <strong>la</strong> historia, el resultado facilita<br />

apreciar que existen –indiscutiblemente– dos universos disímiles e<br />

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