Concepciones del maestro sobre la ética
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lleva un doble carácter: por un <strong>la</strong>do, es proceso en re<strong>la</strong>ción con lo vivido<br />
como experiencia de ‘socialización’ y, por otro <strong>la</strong>do, es proyecto en <strong>la</strong> perspectiva<br />
de ‘trascendencia’ de horizontes posibles de realización 12 .<br />
Referentes teóricos<br />
Esta aproximación al concepto de educación demarca igualmente una<br />
concepción antropológica en Kant: el hombre es un ser educable no<br />
sólo en cuanto posibilidad sino como parte constituyente de <strong>la</strong> esencia<br />
de lo humano, lo cual se constituye en materia de distinción en re<strong>la</strong>ción<br />
con otras especies de <strong>la</strong> naturaleza, pues <strong>la</strong> única criatura que requiere<br />
de educación para realizar <strong>la</strong> perfección de su naturaleza es el hombre<br />
(Kant, 2004, p. 28). A través de el<strong>la</strong> se le puede dar forma a <strong>la</strong> humanidad,<br />
por cuanto esta se encuentra dispuesta a ser parte de su progreso<br />
constante. Por tanto, <strong>la</strong> educación no es un proyecto de desarrollo individual<br />
de cada ser humano, sino que cada persona en su particu<strong>la</strong>ridad<br />
se involucra en una dinámica comunitaria de desenvolvimiento como<br />
especie humana.<br />
La viabilidad de este proyecto parte de una idea que es c<strong>la</strong>ra en Kant.<br />
Se trata de su confianza en que los seres humanos tienen el germen para<br />
obrar según el criterio de bien. Recuérdese que para Kant “actuar bien”<br />
es “actuar por deber”. Por ende <strong>la</strong> educación es el camino para acercar <strong>la</strong><br />
esencia <strong>del</strong> hombre a su deber ser, el cual consiste en hacerlo moral de<br />
acuerdo con <strong>la</strong>s ideas <strong>del</strong> deber y <strong>la</strong> ley (Kant, 2004, p. 59). Para que<br />
esto sea posible, Kant hab<strong>la</strong> <strong>del</strong> aprendizaje de unas destrezas y de unos<br />
hábitos orientados a <strong>la</strong> formación en <strong>la</strong> moralidad, lo cual no es otra cosa<br />
que actuar según <strong>la</strong> formalidad <strong>del</strong> “imperativo categórico”.<br />
103<br />
El camino que seña<strong>la</strong> Kant para lograr este propósito se concreta por<br />
medio <strong>la</strong>s siguientes fases de formación: los cuidados, particu<strong>la</strong>rmente<br />
asociados a <strong>la</strong> asistencia y manutención proferida por los padres, en don-<br />
12<br />
Bowen y Hobson (2004, p. 12) definen <strong>la</strong> socialización y <strong>la</strong> trascendencia en los<br />
siguientes términos: por socialización se entiende el proceso social básico por el cual <strong>la</strong>s<br />
personas adquieren <strong>la</strong> cultura de su sociedad. La trascendencia hace alusión a <strong>la</strong> dinámica<br />
humana de ir más allá de <strong>la</strong>s limitaciones que <strong>la</strong>s prácticas conservadoras imponen al<br />
pensamiento y a <strong>la</strong> acción. Por tanto, <strong>la</strong> idea de trascendencia, aplicada a <strong>la</strong> educación,<br />
proporciona una visión más amplia, que trasciende los lindes e imaginarios impuestos<br />
por <strong>la</strong> sociedad.