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Concepciones del maestro sobre la ética

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<strong>Concepciones</strong> <strong>del</strong> <strong>maestro</strong> <strong>sobre</strong> <strong>la</strong> <strong>ética</strong><br />

Tenemos por lo menos tres conceptos muy diferentes de virtud para<br />

confrontar: <strong>la</strong> virtud es una cualidad que permite a un individuo desempeñar<br />

su papel social (Homero); <strong>la</strong> virtud es una cualidad que permite a<br />

un individuo progresar hacia el logro <strong>del</strong> telos específicamente humano,<br />

natural o <strong>sobre</strong>natural (Aristóteles, el Nuevo Testamento y Tomás de<br />

Aquino); <strong>la</strong> virtud es una cualidad útil para conseguir el éxito terrenal<br />

y celestial (Franklin). ¿Aceptaremos que se trata de tres interpretaciones<br />

diferentes y rivales de lo mismo? ¿O son interpretaciones de tres<br />

cosas diferentes? Quizá <strong>la</strong>s estructuras morales de <strong>la</strong> Grecia arcaica, <strong>la</strong>s<br />

de <strong>la</strong> Grecia de los siglos V y IV y <strong>la</strong>s de Pensilvania en el siglo XVIII<br />

son tan diferentes entre sí, que debemos tratar<strong>la</strong>s como si incorporasen<br />

conceptos completamente diferentes, cuya diferencia se nos oculta en<br />

un principio a causa <strong>del</strong> vocabu<strong>la</strong>rio heredado que nos confunde con su<br />

parecido lingüístico mucho después de que hayan desaparecido <strong>la</strong> semejanza<br />

y <strong>la</strong> identidad conceptuales (MacIntyre, 2001, p. 231).<br />

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Por tanto, se debe p<strong>la</strong>ntear una especie de patio interior dentro de cuyos<br />

límites se logre hacer inteligible un concepto unitario y central de virtud,<br />

el cual se pueda justificar fuertemente. Los elementos constitutivos<br />

que demarcan esos límites son –a manera de fases cuya observancia debe<br />

hacerse en orden sistemático–, los siguientes: a. <strong>la</strong> “práctica”; b. el “orden<br />

narrativo” que le da unidad a una vida humana, y c. <strong>la</strong> “tradición<br />

moral” característica de <strong>la</strong> comunidad en que se ha desarrol<strong>la</strong>do el sujeto,<br />

y de <strong>la</strong> cual obtiene su punto de partida moral. “Cada fase implica <strong>la</strong><br />

anterior, pero no viceversa. Cada fase anterior se modifica y se reinterpreta<br />

a <strong>la</strong> luz de <strong>la</strong> posterior, pero proporciona también un ingrediente<br />

esencial de esta” (MacIntyre, 2001, pp. 233-234).<br />

• La práctica<br />

MacIntyre sugiere que es crucial para toda <strong>la</strong> empresa de identificar<br />

un concepto central de virtud, <strong>la</strong> noción de que un tipo particu<strong>la</strong>r de<br />

práctica suministra el terreno donde se muestran <strong>la</strong>s virtudes y dentro<br />

de cuyos límites recibirán su primera definición, si bien incompleta.<br />

Puntualiza que<br />

Por ‘práctica’ entenderemos cualquier forma coherente y compleja de<br />

actividad humana cooperativa, establecida socialmente, mediante <strong>la</strong><br />

cual se realizan los bienes inherentes a <strong>la</strong> misma mientras se intenta

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