Concepciones del maestro sobre la ética
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<strong>Concepciones</strong> <strong>del</strong> <strong>maestro</strong> <strong>sobre</strong> <strong>la</strong> <strong>ética</strong><br />
nitiva con <strong>la</strong> sociológico-normativa <strong>del</strong> desarrollo moral, con el fin de<br />
valorar en su justa medida lo que representa cada enfoque.<br />
En <strong>la</strong> concepción sociológico-normativa o de <strong>la</strong> moral anc<strong>la</strong>da en el vínculo<br />
individuo-sociedad, se entiende <strong>la</strong> moralidad según <strong>la</strong> siguiente<br />
imagen: se trata de un duplicado de los valores de <strong>la</strong> sociedad. En este<br />
enfoque el principal proceso es <strong>la</strong> socialización de los valores a través<br />
de diversas vías que van desde el aprendizaje social hasta <strong>la</strong> autoridad.<br />
Emile Durkheim, uno de los pioneros de <strong>la</strong> sociología moderna, sostiene<br />
que <strong>la</strong> moral está por encima <strong>del</strong> sujeto en <strong>la</strong> medida en que el<strong>la</strong><br />
es un conjunto de reg<strong>la</strong>s específicas que determinan imperativamente<br />
<strong>la</strong> conducta. De esta idea se infiere que <strong>la</strong> moralidad descansa <strong>sobre</strong> <strong>la</strong><br />
capacidad que tiene cada sujeto de comprender y aceptar los preceptos<br />
sociales. El sociólogo francés cree que <strong>la</strong> moral se acepta por medio de<br />
una fuerza moral superior, de <strong>la</strong> adhesión al grupo y de <strong>la</strong> autonomía de<br />
<strong>la</strong> voluntad, pues <strong>la</strong> moral finalmente es un deber y un bien gestado en<br />
<strong>la</strong> sociedad y para beneficio de el<strong>la</strong> misma. Al respecto afirma el sociólogo<br />
francés:<br />
108<br />
La moral realmente practicada por los hombres no se considera entonces<br />
sino como una colección de hábitos, de prejuicios que no tienen valor como<br />
no sean conformes a <strong>la</strong> doctrina; y como esa doctrina se deriva de un principio<br />
que no se ha deducido de <strong>la</strong> observación de los hechos morales, sino<br />
que se ha tomado de ciencias extrañas, es inevitable el que, <strong>sobre</strong> más de un<br />
punto contradiga el orden moral existente (Durkheim, 1985, p 43).<br />
En <strong>la</strong> perspectiva cognitiva se concibe que <strong>la</strong> moralidad es <strong>la</strong> construcción<br />
de principios morales autónomos por parte <strong>del</strong> sujeto a través de<br />
<strong>la</strong> evolución de sus estructuras cognitivas. Este enfoque tiene entre sus<br />
pioneros a James Baldwin (1899), quien cree que el desarrollo intelectual<br />
de los niños se da a partir de <strong>la</strong> formación de hábitos y <strong>del</strong> proceso<br />
de acomodación 14 . Baldwin con sus estudios logró formu<strong>la</strong>r una teoría<br />
14<br />
Según Piaget (1926; 1983), los seres humanos comparten con los demás seres<br />
vivos, dos funciones invariantes: organización y adaptación. De forma análoga opera <strong>la</strong><br />
mente humana: los procesos psicológicos se encuentran organizados en sistemas coherentes<br />
cuidadosamente afinados, para adaptarse a estímulos cambiantes <strong>del</strong> entorno. La<br />
función de adaptación opera a través de dos procesos complementarios: <strong>la</strong> asimi<strong>la</strong>ción<br />
y <strong>la</strong> acomodación.