Concepciones del maestro sobre la ética
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esa capacidad en condiciones de universalidad en <strong>la</strong> <strong>del</strong>iberación. Por<br />
tanto,<br />
Referentes teóricos<br />
[…] tiene que prescindir de <strong>la</strong>s circunstancias concretas de una determinada<br />
interacción y examinar abstractamente si una praxis universal<br />
podría ser aceptada bajo condiciones semejantes libremente por todos<br />
los potenciales afectados, desde el punto de vista de <strong>la</strong> situación de sus<br />
intereses. Esto exige una intercambiabilidad universal de perspectivas<br />
de todos los afectados; ergo, tiene que poder representarse cómo cada<br />
uno se ubica en <strong>la</strong> posición <strong>del</strong> otro (Habermas, 1991, p. 186).<br />
De aquí se deduce que el acto es moralmente correcto cuando ha sido<br />
asentido por todos los involucrados. Según Mead, “<strong>la</strong> hipótesis social<br />
debe ser construida mediante <strong>la</strong> comunicación y no como un mero experimento<br />
mental” (Mead, 1982, p. 388). En este punto se establece <strong>la</strong><br />
reinterpretación que hace Habermas <strong>del</strong> mo<strong>del</strong>o de adopción de roles.<br />
Se trata de una lectura cuyo carácter es pragmático-lingüístico 27 .<br />
Si bien un sujeto racional y autónomo, tal como considera Mead, logra<br />
e<strong>la</strong>borar una hipótesis social o universal teniendo en cuenta <strong>la</strong> perspectiva<br />
de todos los posibles afectados, <strong>la</strong> asunción ideal de roles no se<br />
concibe como una exigencia normativa, propia <strong>del</strong> juego dialógico, sino<br />
que se trata de un ejercicio de comprensión intuitiva personal. En este<br />
sentido afirma Oraisón:<br />
Para Habermas, el discurso convierte <strong>la</strong>s condiciones iniciales de empatía<br />
comprensiva y <strong>la</strong> identificación con el otro en un proceso cognitivosocial<br />
que se manifiesta, por un <strong>la</strong>do, en <strong>la</strong> comprensión de <strong>la</strong>s pretensiones<br />
de los otros, que resultan de sus intereses particu<strong>la</strong>res; y por otro,<br />
en <strong>la</strong> conciencia de pertenencia de todos los afectados, objetivamente<br />
fundada a través de <strong>la</strong> socialización (Oraisón, 2009, p. 52).<br />
141<br />
En consecuencia, Habermas p<strong>la</strong>ntea <strong>la</strong> necesidad de recuperar el carácter<br />
discursivo en <strong>la</strong> configuración de un consenso racional que conduzca al<br />
reconocimiento intersubjetivo de pretensiones de validez susceptibles de<br />
27<br />
Al respecto, afirma Oraisón: “<strong>la</strong> instancia <strong>del</strong> discurso argumentativo […], surge<br />
como condición necesaria para <strong>la</strong> afirmación de <strong>la</strong> reflexión introspectiva” (2009, p. 51).