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tercer libro Cincuenta sombras liberadas

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—¿Mil veces peor que el domingo? —dice arqueando una ceja, intrigado—. Puede que luego utilice esaspalabras en su contra, señorita Steele.—¡Oh, deja ya lo de señorita Steele! —exclamo y doy un golpe en la mesa que nos sobresalta a los dos—.Por el amor de Dios, Christian. ¡Si significa tanto para ti, me cambiaré el apellido!Abre la boca e inhala bruscamente. Y después esboza una sonrisa radiante, alegre, mostrando todos losdientes. Uau…—Bien —dice juntando las manos y se levanta de repente.¿Y ahora qué?—Misión cumplida. Ahora tengo trabajo. Si me disculpa, señora Grey.¡Arrrggg! ¡Este hombre es exasperante!—Pero…—¿Pero qué, señora Grey?Yo dejo caer los hombros.—Nada. Vete.—Eso iba a hacer. Te veo esta noche. Estoy deseando poner en práctica lo de mil veces peor que eldomingo.Frunzo el ceño.—Oh, y tengo un montón de compromisos sociales relacionados con los negocios en los próximos días yquiero que me acompañes.Le miro boquiabierta. ¿Por qué no se va de una vez?—Le diré a Andrea que llame a Hannah para que ponga las citas en su agenda. Hay algunas personas a lasque tienes que conocer. Deberías hacer que Hannah se ocupara de tus citas de ahora en adelante.—Vale —digo completamente desconcertada, perpleja y asombrada.Christian se inclina sobre mi escritorio. ¿Y ahora qué? Me quedo atrapada en su mirada hipnótica.—Me encanta hacer negocios con usted, señora Grey. —Se acerca más. Yo sigo sentada y paralizada y élme da un suave y tierno beso en los labios—. Hasta luego, nena —susurra y se levanta bruscamente, meguiña un ojo y se va.Apoyo la cabeza en el escritorio sintiéndome como si acabara de arrollarme un tren de mercancías; miquerido esposo es como un tren de mercancías. Seguro que no hay un hombre más frustrante, irritante ycontradictorio en todo el planeta. Me vuelvo a sentar correctamente y me froto los ojos. Pero ¿a qué acabo deacceder? Ana Grey dirigiendo Seattle Independent Publishing… quiero decir, Grey Publishing. Ese hombreestá loco. Oigo que llaman a la puerta y Hannah asoma la cabeza.—¿Estás bien? —me pregunta.Solo soy capaz de quedarme mirándola fijamente. Ella frunce el ceño.—Sé que no te gusta que haga estas cosas por ti, pero puedo hacerte un té si quieres.Asiento.—Twinings English Breakfast. Poco cargado y sin leche, ¿verdad?Asiento.—Ahora mismo, Ana.

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