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tercer libro Cincuenta sombras liberadas

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—Aquí tenemos un excelente programa de prácticas. —Joder. ¿Qué me ha poseído para decir eso? Estoyrompiendo la regla de oro: nunca, jamás, follarse al personal. Pero, Grey, no te vas a tirar a esta chica. Parecesorprendida y sus dientes vuelven a clavarse en el labio. ¿Por qué me resulta excitante eso?—Lo tendré en cuenta —murmura. Y después añade—: Aunque no creo que encajara aquí.¿Y por qué no? ¿Qué le pasa a mi empresa?—¿Por qué lo dice? —le pregunto.—Es obvio, ¿no?—Para mí no. —Me confunde su respuesta.Está nerviosa de nuevo y estira el brazo para coger la grabadora. Oh, mierda, se va. Repaso mentalmentemi agenda para la tarde… No hay nada que no pueda esperar.—¿Le gustaría que le enseñara el edificio?—Seguro que está muy ocupado, señor Grey, y yo tengo un largo camino.—¿Vuelve en coche a Vancouver? —Miro por la ventana. Es mucha distancia y está lloviendo. Mierda.No debería conducir con este tiempo, pero no puedo prohibírselo. Eso me irrita—. Bueno, conduzca concuidado. —Mi voz suena más dura de lo que pretendía.Ella intenta torpemente guardar la grabadora. Tiene prisa por salir de mi despacho, y por alguna razón queno puedo explicar yo no deseo que se vaya.—¿Me ha preguntado todo lo que necesita? —digo en un esfuerzo claro por prolongar su estancia.—Sí, señor —dice en voz baja.Su respuesta me deja helado: esas palabras suenan de una forma en su boca… Brevemente me imagino esaboca a mi entera disposición.—Gracias por la entrevista, señor Grey.—Ha sido un placer —le respondo. Y lo digo completamente en serio; hacía mucho que nadie mefascinaba tanto. Y eso es perturbador.Ella se pone de pie y yo le tiendo la mano, muy ansioso por tocarla.—Hasta la próxima, señorita Steele —digo en voz baja. Ella me estrecha la mano. Sí, quiero azotar yfollarme a esta chica en mi cuarto de juegos. Tenerla atada y suplicando… necesitándome, confiando en mí.Trago saliva. No va a pasar, Grey.—Señor Grey —se despide con la cabeza y aparta la mano rápidamente… demasiado rápidamente.Mierda, no puedo dejar que se vaya así. Pero es obvio que se muere por salir de aquí. La irritación y lainspiración me golpean a la vez cuando la veo salir.—Asegúrese de cruzar la puerta con buen pie, señorita Steele.Ella se sonroja en el momento justo con ese delicioso tono de rosa.—Muy amable, señor Grey —dice.¡La señorita Steele tiene dientes! Sonrío mientras la observo al salir y la sigo. Tanto Andrea como Olivialevantan la vista alucinadas. Sí, sí… La estoy acompañando a la puerta.—¿Ha traído abrigo? —pregunto.—Chaqueta.Frunzo el ceño al mirar Olivia, que tiene la boca abierta, e inmediatamente ella salta para traer una chaqueta

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