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tercer libro Cincuenta sombras liberadas

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«¡Prepárese!» Mi corazón vuelve a latir con fuerza y empiezo a contar. Treinta y siete segundos después seabre la puerta. Cuando se para en el umbral mantengo la mirada baja, dirigida a sus pies descalzos. Mmm…No dice nada. Se queda callado mucho tiempo. Oh, mierda. Resisto la necesidad de levantar la vista y sigocon la mirada fija en el suelo.Por fin se agacha y recoge sus vaqueros. Sigue en silencio, pero va hasta el vestidor mientras yo continúomuy quieta. Oh, Dios mío… allá vamos. El sonido de mi corazón es atronador y me encanta el subidón deadrenalina que me recorre el cuerpo. Me retuerzo según va aumentando mi excitación. ¿Qué me va a hacer?Regresa al cabo de un momento; ahora lleva los vaqueros.—Así que quieres jugar… —murmura.—Sí.No dice nada y me arriesgo a levantar la mirada… Subo por sus piernas, sus muslos cubiertos por losvaqueros, el leve bulto a la altura de la bragueta, el botón desabrochado de la cintura, el vello que sube, elombligo, su abdomen cincelado, el vello de su pecho, sus ojos grises en llamas y la cabeza ladeada. Tiene unaceja arqueada. Oh, mierda.—¿Sí qué? —susurra.Oh.—Sí, amo.Sus ojos se suavizan.—Buena chica —dice y me acaricia la cabeza—. Será mejor que subamos arriba —añade.Se me licuan las entrañas y el vientre se me tensa de esa forma tan deliciosa.Me coge la mano y yo le sigo por el piso y subo con él la escalera. Delante de la puerta del cuarto dejuegos se detiene, se inclina y me da un beso suave antes de agarrarme el pelo con fuerza.—Estás dominando desde abajo, ¿sabes? —murmura contra mis labios.—¿Qué? —No sé de qué está hablando.—No te preocupes. Viviré con ello —susurra divertido, me acaricia la mandíbula con la nariz y me muerdecon suavidad la oreja—. Cuando estemos dentro, arrodíllate como te he enseñado.—Sí… Amo.Me mira con los ojos brillándole de amor, asombro e ideas perversas.Vaya… La vida nunca va a ser aburrida con Christian y estoy comprometida con esto a largo plazo.Quiero a este hombre: mi marido, mi amante, el padre de mi hijo, a veces mi dominante… mi <strong>Cincuenta</strong>Sombras.

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