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tercer libro Cincuenta sombras liberadas

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Sonríe.—Si tiene mucha suerte sí, señora Grey.Río.—Christian, no tengo nada elegante que ponerme.Con una sonrisa me tiende la mano para llevarme hasta el dormitorio. Abre el armario y dentro hay unagran funda blanca de las que se usan para proteger los vestidos.—¿Taylor? —le pregunto.—Christian —responde, enérgico y herido al mismo tiempo. Su tono me hace reír. Abro la cremallera de lafunda y encuentro un vestido azul marino de seda. Lo saco. Es precioso: ajustado y con tirantes finos. Parecepequeño.—Es maravilloso. Gracias. Espero que me valga.—Sí, seguro —dice confiadamente—. Y toma —prosigue cogiendo una caja de zapatos—, zapatos ajuego. —Me dedica una sonrisa torcida.—Piensas en todo. Gracias. —Me acerco y le doy un beso.—Claro que sí —me dice pasándome otra bolsa.Le miro inquisitivamente. Dentro hay un body negro y sin tirantes con la parte central de encaje. Meacaricia la cara, me levanta la barbilla y me da un beso.—Estoy deseando quitarte esto después.Renovada tras un baño, limpia, depilada y sintiéndome muy consentida, me siento en el borde de la cama yempiezo a secarme el pelo. Christian entra en el dormitorio. Creo que ha estado trabajando.—Déjame a mí —me dice y me señala una silla delante del tocador.—¿Quieres secarme el pelo?Asiente y yo le miro perpleja.—Vamos —dice clavándome la mirada. Conozco esa expresión y no se me ocurriría desobedecer. Lenta ymetódicamente me va secando el pelo, mechón tras mechón, con su habilidad habitual.—Has hecho esto antes —le susurro. Su sonrisa se refleja en el espejo, pero no dice nada y siguecepillándome el pelo. Mmm… es muy relajante.Entramos en el ascensor para bajar a cenar; esta vez no estamos solos. Christian está guapísimo con su camisablanca de firma, vaqueros negros y chaqueta, pero sin corbata. Las dos mujeres que entran también en elascensor le lanzan miradas de admiración a él y de algo menos generoso a mí. Yo oculto mi sonrisa. Sí,señoras, es mío. Christian me coge la mano y me acerca a él mientras bajamos en silencio hasta la plantadonde se halla el restaurante.Está lleno de gente vestida de noche, todos sentados charlando y bebiendo como inicio de la noche delsábado. Me alegro de encajar ahí. El vestido me queda muy ajustado, abrazándome las curvas y manteniendotodo en su lugar. Tengo que decir que me siento… atractiva llevándolo. Sé que Christian lo aprueba.Al principio creo que vamos hacia el comedor privado donde discutimos por primera vez el contrato, peroChristian me conduce hasta el extremo del pasillo, donde abre una puerta que da a otra sala forrada de

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