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tercer libro Cincuenta sombras liberadas

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llenos de deseo—. Me distraes. Necesito solucionar esto para poder volver a mi luna de miel. —Me recorre lacara con el dedo índice y me acaricia la barbilla, haciendo que levante la cabeza.—Vale, perdona.—No te disculpes. Me encanta que me distraigas. —Me da un beso en la comisura de la boca—. Vete agastar dinero —dice liberándome.—Lo haré. —Le sonrío y salgo del estudio. Mi subconsciente niega con la cabeza y frunce los labios: Nole has dicho que querías coger la moto de agua, me regaña con voz cantarina. La ignoro… ¡Arpía!Taylor está esperando.—Todo aclarado con el alto mando… ¿Podemos irnos? —Le sonrío intentando no mostrar sarcasmo en mivoz. Taylor no oculta su sonrisa de admiración.—Después de usted, señora Grey.Taylor me explica pacientemente los controles de la moto de agua y cómo conducirla. Transmite una especiede autoridad tranquila y amable; es un buen profesor. Estamos en la lancha motora, cabeceando ymeciéndonos en las tranquilas aguas del puerto junto al Fair Lady. Gaston nos observa, su expresión ocultapor las gafas de sol, y un miembro de la tripulación se ocupa de manejar la lancha. Vaya… Tengo a trespersonas pendientes de mí solo porque me apetece ir de compras. Es ridículo.Me ciño el chaleco salvavidas y miro a Taylor con una sonrisa encantadora. Él me tiende la mano paraayudarme a subir a la moto de agua.—Átese la cinta de la llave del contacto a la muñeca, señora Grey. Si se cae, el motor se parará de formaautomática —me aconseja.—Vale.—¿Lista?Asiento entusiasmada.—Pulse el botón de encendido cuando esté a un metro y medio del barco. La seguiremos.—De acuerdo.Empuja la moto para que se aparte de la lancha y me alejo flotando hacia al puerto. Cuando Taylor me dala señal, pulso el botón y el motor cobra vida con un rugido.—¡Bien, señora Grey, poco a poco! —me grita Taylor.Aprieto el acelerador. La moto de agua se lanza hacia delante y de repente se para. ¡Mierda! ¿Cómo lohace Christian para que parezca tan fácil? Lo intento de nuevo y de nuevo se para. ¡Mierda, mierda!—¡Tiene que mantener la potencia, señora Grey!—Sí, sí, sí… —murmuro entre dientes. Lo intento una vez más apretando la palanca muy suavemente y lamoto vuelve a lanzarse hacia delante, pero esta vez sigue sin detenerse. ¡Sí! Y avanza un poco más. ¡Ja!¡Sigue avanzando! Tengo ganas de gritar por la emoción, pero me controlo. Me voy alejando del yate hacia elpuerto. Detrás de mí oigo el ruido ronco de la lancha. Aprieto el acelerador un poco más y la moto cogevelocidad, deslizándose por el agua. Noto la brisa cálida en el pelo y la fina salpicadura del agua del mar y mesiento libre. ¡Esto es genial! No me extraña que Christian nunca me deje conducirla. En vez de dirigirme a laorilla y acabar con la diversión, giro para rodear el majestuoso Fair Lady. Uau… Esto es divertidísimo.

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