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tercer libro Cincuenta sombras liberadas

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—Christian, para…Vuelve a hacer ese círculo en mi interior, ignorando mi súplica, y luego sale muy despacio para volver aentrar con brusquedad.—Dime por qué. —Habla con dificultad y me doy cuenta vagamente de que es porque tiene los dientesapretados.Solo me sale un quejido incoherente… Esto es demasiado.—Dímelo.—Christian…—Ana, necesito saberlo.Vuelve a dar una embestida brusca, hundiéndose profundamente. La sensación es tan intensa… Meenvuelve, forma espirales en mi interior, en el vientre, en cada una de las extremidades y en los sitios dondese me clavan las esposas.—¡No lo sé! —chillo—. ¡Porque puedo! ¡Porque te quiero! Por favor, Christian.Gruñe con fuerza y se hunde profundamente, una y otra vez, y otra y otra, y yo me pierdo intentandoabsorber el placer. Es para perder la cabeza… y el cuerpo… Quiero estirar las piernas para controlar elinminente orgasmo pero no puedo. Estoy indefensa. Soy suya, solo suya para que haga conmigo lo que élquiera… Se me llenan los ojos de lágrimas. Es demasiado intenso. No puedo pararle. No quiero pararle…Quiero… Quiero… Oh, no, oh, no… es demasiado…—Eso es —dice Christian—. ¡Siéntelo, nena!Estallo a su alrededor, una y otra vez, sin parar, chillando a todo pulmón cuando el orgasmo me parte porla mitad y me quema como un incendio que lo consume todo. Estoy retorcida de una forma extraña, me caenlágrimas por la cara y siento que mi cuerpo late y se estremece.Noto que Christian se arrodilla, todavía dentro de mí, y me incorpora sobre su regazo. Me agarra la cabezacon una mano y la espalda con la otra y se corre con violencia en mi interior. Mi cuerpo todavía siguetemblando por las últimas convulsiones. Es demoledor, agotador, es el infierno… y el cielo a la vez. Es elhedonismo elevado a la enésima potencia.Christian me arranca el antifaz y me besa. Me da besos en los ojos, en la nariz, en las mejillas. Me enjugalas lágrimas con besos y me coge la cara entre las manos.—Te quiero, señora Grey —dice jadeando—. Aunque me pongas hecho una furia, me siento tan vivocontigo… —No tengo energía suficiente para abrir los ojos o la boca para responder. Con mucho cuidado metumba en la cama y sale de mí.Intento protestar pero no puedo. Se baja de la cama y me suelta las esposas. Cuando me libera, me masajealas muñecas y los tobillos y después se tumba a mi lado otra vez, arropándome entre sus brazos. Estiro laspiernas. Oh, Dios mío. Qué gusto. Qué bien me siento. Ese ha sido, sin duda, el orgasmo más intenso que heexperimentado en mi vida. Mmm… Así es un polvo de castigo de Christian Grey… <strong>Cincuenta</strong> Sombras.Tengo que portarme mal más a menudo.Una necesidad imperiosa de mi vejiga me despierta. Al abrir los ojos me siento desorientada. Fuera estáoscuro. ¿Dónde estoy? ¿En Londres? ¿En París? No… en el barco. Noto el cabeceo y oigo el ronroneo suave

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