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tercer libro Cincuenta sombras liberadas

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Ted deja de llorar y se mira la mano.—Métete los dedos en la boca.Hace lo que le he dicho.—Pooo.—Sí. Polo.Sonríe. Mi pequeño temperamental, igual que su padre. Bueno, al menos él tiene una excusa: solo tiene dosaños.—¿Vamos a ver a la señora Taylor? —Él asiente y sonríe con su preciosa sonrisa de bebé—. ¿Quieres quepapi te lleve? —Niega con la cabeza y me rodea el cuello con los brazos, abrazándome con fuerza y con lacara pegada a mi garganta—. Creo que papi quiere probar el polo también —le susurro a Ted al oído. Ted memira frunciendo el ceño y después se mira la mano y se la tiende a Christian. Su padre sonríe y se mete losdedos de Ted en la boca.—Mmm… Qué rico.Ted ríe y levanta los brazos para que le coja Christian, que me sonríe y coge a Ted, acomodándoselocontra la cadera.—Sophie, ¿dónde está Gail?—Estaba en la casa grande.Miro a Christian. Su sonrisa se ha vuelto agridulce y me pregunto qué estará pensando.—Eres muy buena con él —murmura.—¿Con este enano? —Le alboroto el pelo a Ted—. Solo es porque os tengo bien cogida la medida a loshombres Grey. —Le sonrío a mi marido.Ríe.—Cierto, señora Grey.Teddy se revuelve para que Christian le suelte. Ahora quiere andar, mi pequeño cabezota. Le cojo unamano y su padre la otra y entre los dos vamos columpiando a Teddy hasta la casa. Sophie va dando saltitosdelante de nosotros.Saludo con la mano a Taylor que, en uno de sus poco habituales días libres, está delante del garaje, vestidocon vaqueros y una camiseta sin mangas, haciéndole unos ajustes a una vieja moto.Me paro fuera de la habitación de Ted y escucho cómo Christian le lee:—¡Soy el Lorax! Y hablo con los árboles…Cuando me asomo, Teddy está casi dormido y Christian sigue leyendo. Levanta la vista cuando abro la puertay cierra el <strong>libro</strong>. Se acerca el dedo a los labios y apaga el monitor para bebés que hay junto a la cuna de Ted.Arropa a Ted, le acaricia la mejilla y después se incorpora y viene andando de puntillas hasta donde yo estoysin hacer ruido. Es difícil no reírse al verle.Fuera, en el pasillo, Christian me atrae hacia sí y me abraza.

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