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tercer libro Cincuenta sombras liberadas

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Agacha la cabeza y me pasa el pelo mojado por la parte delantera de la blusa. Me retuerzo e intentozafarme, pero él me agarra más fuerte.—Oh, no, no te escaparás, nena. —Cuando levanta la cabeza sonriéndome travieso me he convertido enMiss Camiseta Mojada 2011. Tengo la blusa empapada y se me transparenta todo. Estoy mojada… por todaspartes—. Me encanta esta vista —susurra y se agacha para rodearme una y otra vez un pezón con la nariz.Me retuerzo—. Respóndeme, Ana. ¿Aquí o en el dormitorio?—Aquí —le susurro ansiosa. A la mierda el corte de pelo… Ya se lo haré luego.Sonríe lentamente; sus labios se curvan en una sonrisa sensual llena de una promesa lasciva.—Buena elección, señora Grey —dice junto a mis labios. Me suelta la barbilla y baja la mano hasta mirodilla. Después la desliza sin dificultad por mi pierna, subiéndome la falda y acariciándome la piel, lo que meprovoca un cosquilleo. Me va recorriendo la línea de la mandíbula desde la base de la oreja sin dejar debesarme.—Vamos a ver, ¿qué te voy a hacer? —me susurra. Detiene los dedos en el principio de mis medias—. Megusta esto —me dice y mete un dedo bajo la media y la va rodeando hasta llegar a la parte interior del muslo.Doy un respingo y vuelvo a retorcerme en su regazo.Él gruñe desde el fondo de su garganta.—Te voy a follar mil veces peor que el domingo. Pero tienes que quedarte quieta.—Oblígame —le desafío con la voz grave y jadeante.Christian inhala con fuerza. Entorna los ojos y me mira con una expresión excitada y los párpadosentrecerrados.—Oh, señora Grey, solo tiene que pedirlo. —Su mano pasa de la parte de arriba de las medias a mis bragas—. Vamos a quitarte esto. —Tira un poco y yo me muevo para ayudarle. Deja escapar el aire entre losdientes apretados cuando lo hago—. Quieta —me ordena.—Te estoy ayudando… —me defiendo con un mohín y él me muerde el labio inferior.—Quieta —repite con voz ronca.Me baja las bragas por las piernas y me las quita. Me sube la falda hasta que queda toda arrugada en miscaderas. Después me coge de la cintura con las dos manos y me levanta. Todavía tiene mis bragas en lamano.—Siéntate. A horcajadas —me ordena mirándome intensamente a los ojos.Hago lo que me pide; me quedo a horcajadas sobre él y le miro provocativa. ¡Vamos a por ello, <strong>Cincuenta</strong>!—Señora Grey —me dice en un tono de advertencia—, ¿pretende incitarme? —Me mira divertido pero ala vez excitado. Es una combinación muy seductora.—Sí, ¿qué vas a hacer al respecto?Sus ojos se encienden con un placer lujurioso ante mi desafío y yo empiezo a notar su erección debajo demí.—Junta las manos detrás de la espalda.¡Oh! Obedezco y él me ata las manos con mis bragas con una habilidad asombrosa.—¡Son mis bragas! Señor Grey, no tiene vergüenza —le regaño.—No en lo que respecta a usted, señora Grey, pero seguro que ya lo sabía… —Su mirada es intensa y

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